La bendita locura de Javi Mataix

Este aficionado lleva 25 años acompañando al Alcoyano en sus desplazamientos, sin tener carnet y trabajando fuera

Allá a donde nadie le llega, le alcanza a Javi Mataix, una especie de verso libre del forofismo deportivo local, que sin tener carnet de conducir ni vehículo propio es capaz de seguir al Alcoyano allá donde juega cada dos semanas, sin importarle los encajes ni los kilómetros que debe realizar hasta llegar puntual a su destino, eso sí, no de cualquier manera, con su camiseta del Deportivo y la bufanda de las Huestes Blanquiazules.

Es la bendita locura de Mataix, como es conocido, que emplea sus vacaciones en planificar y ahorrar el dinero que durante la temporada empleará en los viajes que vaya a realizar su querido Alcoyano. El último a Ceuta, el cual comenzó a organizar en julio pasado, nada más salir el calendario, sin saber ni siquiera el horario del partido. Pensando que sería por la mañana, reservó billete en vuelo barato, Alicante-Tetuán en la ida, mientras que para la vuelta tuvo que hacer escala en Sevilla, con retraso incluido, con lo que llegó a casa ya de madrugada.

El viaje incluía el montarse en un taxi para los traslados por territorio tanto marroquí como español. “Un pastizal”, indica Mataix, a quien las esperas y las molestias en la frontera no le han echado atrás para repetir en febrero, ahora a Melilla, desplazamiento para el cual ya tiene hecha las reservas desde agosto. Misma situación en los dos viajes a las islas, con los billetes ya reservados para los partidos contra el At. Baleares y el Ibiza, en el que tendrá que hacer escala en Barcelona porque ya no habían plazas en vuelo directo.

Mataix lleva repitiendo más de la mitad de su vida la misma rutina cada fin de semana. Próximo a cumplir 50 años, empezó con 25 junto a un grupo de aficionados de las Huestes, primero por la Comunidad y después por toda la geografía nacional. “En mi familia nadie era socio, ni existía tradición de subir al Collao, pero entré en las Huestes, me gustó el ambiente y aquí sigo. Disfruto mucho con lo que hago”, apunta.

No solo tiene un gran mérito hacer lo que hace sin tener vehículo propio, es que como funcionario de la Sanidad, estuvo destinado a Logroño, Guadalajara, Alcázar de San Juan y Almansa (ahora trabaja como técnico de rayos en el Hospital General de Alicante), pero ello no era obstáculo para seguir al Alcoyano dentro y fuera de casa. “Llegaba a casa y ni tenía tiempo de estar con la familia. Había lunes que me iba a trabajar habiendo dormido un par de horas después de haberme recorrido media España el fin de semana. Era duro, pero para mí era una satisfacción enorme”, recuerda.

Su bendita locura llegó hasta tal punto que ya no se conformaba solo con ver al Alcoyano en sus desplazamientos, también empezó a acompañar al Patín Alcodiam, a las chicas del NB Alcoi y del Santa Rosa, incluso al Serelles FS. Por el Patín Alcodiam ha sido capaz de salir al extranjero, hasta Ginebra (Suiza).

También ha viajado varia veces a Cataluña y dos a Galicia, una a A Coruña para ver el partido contra el Liceo y otra hasta Cerceda, donde vivió uno de los episodios más surrealistas. “Hice el viaje en avión hasta A Coruña, allí cogí un tren que me dejó en un apeadero, que para sorpresa mía estaba a 6 kilómetros de Cerceda. No me quedó otro remedio que ir a pie, de noche y lloviendo, encima durante varios kilómetros sin ver un cartel de indicaciones. A la vuelta tuve que repetir el mismo trayecto”, confiesa.

En otra ocasión que fue a A Coruña, ahora para apoyar al Alcoyano que jugaba en Riazor el año de Segunda División, hizo el viaje en tren nocturno y acostado en una litera. Esa misma temporada también viajó a Soria, hizo noche y al día siguiente se levantó con nieve en toda la ciudad. En un desplazamiento a Castellón como aficionado del NB Alcoi, realizó todo el viaje con una botella de cava y otra de sidra. El equipo se jugaba disputar una fase de ascenso, Mataix acertó y las chicas del entonces Germaine ganaron y al final de aquel curso lograron subir de categoría.

Ha tenido varias decepciones, algún enganchón como el que tuvo una vez en la Nova Creu Alta de Sabadell, cuando tras un gol del Alcoyano empezaron a increparle y a decirle que se fuera del campo. Sin embargo, sus mayores recuerdos vienen de alegrías, las más grandes, los ascensos del Alcoyano en San Javier y Lugo. También disfrutó con las remontadas de Andorra y frente al Real Madrid Castilla en el Alfredo Di Stéfano, más recientemente. En cuanto a aficiones, se queda con la de Riazor y la de Chapín en Jerez. “Menudo ambientazo”, destaca.
Dice que le queda un sueño por cumplir, que es acompañar al Alcoyano en Europa. “He visto al Alcodiam y me gustaría algún día conseguirlo con el Alcoyano”, desliza.

Tiene gustos poco convencionales cuando habla de jugadores o entrenadores con los que quedarse. Piensa en Víctor Curto, Luis Gil, Isailovic y Wellinghton Silva, aquel brasileño que vino cedido del Arsenal con el Alcoyano en Segunda. En cuanto a técnicos, además de David Porras, recuerda a Benigno Sánchez.

Otra rasgo de su personalidad que le distingue es su generosidad, sobre todo con aquellos que entiende que hicieron mucho por su club. Habla del doctor Rubio, de Diego Mir, de los padres de César Remón, de David Porras, de Miguel Bañuz, de Rafael Moltó o de Paco Doménech. A todos ellos les entregó a final de temporada un trofeo personalizado. “He premiado a mucha gente, aunque de mi nadie se ha acordado nunca. No es algo que me importe y todo lo que he hecho ha sido de corazón, sin buscar nada a cambio”, confiesa.

Del Alcoyano actual, no lo ve jugando el play-off de ascenso. “Aunque nunca se sabe. El año pasado fuimos a jugar al campo del Amorebieta, eran últimos y terminaron campeones. También me acuerdo del Terrassa, que era líder con muchos puntos de ventaja y terminó la liga quinto y sin play-off. En fútbol nunca se sabe. Ahora mismo no veo sintonía entre el equipo y el entrenador”, significó.

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