“No hay límites para abrirse camino en la ciencia por ser mujer”

Ana María Amat fue pionera en dirigir un grupo de investigación universitaria en Alcoy

o hay límites para abrirse camino
Ana María Amat en su laboratorio del Campus de Alcoy, donde trabaja desde 1989.

Decir que las mujeres pueden llegar a ejercer el rol que desean en ciencias, ingeniería, o cualquier otra disciplina, puede parecer una obviedad hoy en día. Pero el caso de Ana María Amat, catedrática del departamento de Ingeniería Textil y Papelera del Campus de Alcoy de la UPV (Universitat Politècnica de València), demuestra que esto no siempre ha sido así y que el género ha condicionado el papel de la mujer en determinados ámbitos profesionales a lo largo de la historia.

Amat es doctora en Farmacia, pero recién titulada quiso encaminar sus pasos al terreno de la ingeniería química. Cuando en 1989 ingresó como docente de esta especialidad en la entonces Escuela Politècnica, en el Viaducto, las mujeres se podían contar con los dedos de una mano. Sin embargo, nunca advirtió signos de discriminación entre sus compañeros, ni recuerda vivir situaciones incómodas por razón de sexo. Todo el contrario.

Pero sí experimentó la desigualdad de género en carne propia cuando, antes de optar por la docencia, buscó trabajo en empresas del sector industrial. “Hice varias entrevistas y las preguntas siempre eran las mismas: si pensaba quedarme embarazada o tenía intención de formar una familia a la larga. Llegó un momento que decidí poner iniciales en el currículum, en lugar del nombre completo, pero cuando llegaba a la entrevista y veían que era una mujer, automáticamente me descartaban”, recuerda.

En cambio, en la Politècnica alcoyana fue mujer pionera en dirigir el primer grupo de investigación universitaria, junto a Francisco Cases, que también creó su equipo casi al mismo tiempo que ella. “En aquellos días, en Alcoy no había investigación y yo me obstiné a poner en marcha un grupo de trabajo, me defendía con los pocos medios que tenía, conseguí que nos compraran un cromatógrafo para analizar las moléculas, todavía lo tengo funcionando por cierto, era todo muy rudimentario pero supongo que abrió un camino en ese momento”, señala.

No imaginaba entonces que marcaría un hito en la historia del Campus de Alcoy, no solo como mujer, puesto que la actividad investigadora de la universidad constituye actualmente una de las principales garantías de crecimiento para el centro, de cara al futuro. “Bien es verdad que visto así en perspectiva, fue una labor conjunta pero que fue importante para establecer las bases de la vía investigadora de la Escuela”, remarca.

Con todo, Amat asegura que tanto a nivel docente como de alumnado, ha vivido “de manera natural” el proceso de incorporación de la mujer a las carreras técnicas, aunque reconoce que ha aumentado el porcentaje de mujeres en función del perfil de la titulación, encaminándose más a los estudios de diseño industrial o ingeniería química, que es su departamento.

Además, se declara contraria a la discriminación positiva: “Tampoco creo que ayude a resolver los problemas de igualdad. Por ejemplo, desde que los tribunales de las oposiciones están obligados a ser paritarios, a las mujeres que somos catedráticas nos ha perjudicado, en el sentido de que hay pocas y tenemos que participar con mucha frecuencia en tribunales de toda España, a diferencia de los hombres”, explica.

En 2010, Ana Amat se convirtió en la primera catedrática universitaria en Alcoy, pero a pesar de esto “si me preguntas, yo solo puedo predicar con el ejemplo y decirles a las jóvenes que no hay límites para conseguir lo que una se proponga, siempre que haya ganas de trabajar. Mi hija es biotecnóloga, siempre le dije ‘haz lo que quieras’, no hay barreras para abrirse camino por ser mujer”, concluye.

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