Punto y seguido tras el primer periodo de estado de alarma

El pasado sábado 14 de marzo el Gobierno central de España aprobó declarar el estado de alarma en todo el territorio nacional, acogiéndose al artículo 116 de la Constitución.

De esta forma, y por segunda vez en España, el Gobierno se amparaba en este mecanismo, después de ser declarado en 2010 por una huelga de los controladores aéreos.

Una década después, el motivo ha sido muy distinto: el Covid-19, un nuevo coronavirus del que se detectó el primer caso en nuestro país el 31 de enero.

En un principio, el Gobierno decretó el estado de alarma durante 15 días. Este primer periodo ya ha pasado, se ha cumplido y superado y lo ha hecho variando diariamente la estampa de las calles, gracias al progresivo aumento de la concienciación social, también de la inclusión de nuevas medidas durante estos días, y del surgimiento de nuevas iniciativas.

El domingo 15 de marzo, agentes de las fuerzas de seguridad ya hacían acto de presencia en las calles de Alcoy para controlar la presencia de la gente y para cerrar ciertos lugares.

IMAGEN INSÓLITA
Cuanto menos, la estampa era inusual, rara, y tomando como referencia unos días atrás, de película: no se puede salir a la calle a menos que vayas a trabajar, comprar alimentos o medicinas, o a pasear al perro.

Ese primer día las calles se vaciaron por obligación, y el coronavirus era el protagonista de la mayoría de conversaciones. Sin embargo, con la llegada del lunes y durante los días siguientes, la gente volvió a salir. Era necesario acudir al trabajo y comprar alimentos.

A pesar de encontrarnos en estado de alarma, algo muy nuevo para todos, y más por el motivo por el que se había declarado, muchas personas acudían, durante estos primeros días, pero también en los últimos de la primera quincena del estado de alarma, varias veces al día a comprar, o a sacar al perro más veces de las habituales.

Estos casos están siendo controlados y el número de sanciones por saltarse el mecanismo con el que se está pretendiendo frenar el Covid-19, han ido incrementando con el paso de los días. La situación se ha ido endureciendo con las nuevas medidas adoptadas.

SILENCIO GENERALIZADO
Se ha vuelto a escuchar el canto de los pájaros en prácticamente cualquier momento del día. El tráfico se ha reducido, no se escucha el tumulto de los padres llevando a sus hijos a los colegios, las persianas de muchos comercios se fueron bajando progresivamente, incluso antes de declarar el estado de alarma. El silencio se ha apoderado de las calles.

Con la aprobación de este mecanismo, nuestras vidas dieron un giro de infinitos grados que se ha ido expandiendo con el paso de los días.

PRÓRROGA ESTADO ALARMA
En medio de todo esto, se conoce la prórroga del estado de alarma y las antenas particulares de cada persona se levantan: la situación es complicada y no va a ser fácil derrotar al nuevo coronavirus.

El ejército se abre paso en diferentes localidades de España, entre ellas Alcoy, donde interviene para desinfectar la residencia Domus Vi.

Se está demostrando que es necesario poner todos los medios disponibles al abasto de la ciudadanía, y que lo que creíamos que ‘no es para tanto’, sí lo ha sido y que cada granito de arena aportado desde la individualidad es importante.

LA PARTE MENOS OSCURA
Asumir la realidad es difícil, pero es más llevadera con el ingenio particular y con las iniciativas colectivas. Lo que comenzó como algo singular, se ha convertido en una cita grupal en los balcones, como son los aplausos a los sanitarios y a todas aquellas personas que trabajan para hacer frente a la pandemia.

También las conversaciones de balcón a balcón o de ventana a ventana, o bailar y cantar alejados gracias a las canciones que pone un vecino. Muchas han sido las ideas que se han puesto en marcha durante los primeros 15 días de estado de alarma, también a través de las nuevas tecnologías. También se ha hecho gala de la solidaridad procedente de todas las vertientes posibles.

Hemos pasado de asustarnos al escuchar una sirena de policía, bomberos o una ambulancia a salir a aplaudirles y a poner en valor su trabajo. Todo esto conforma la parte menos negativa de la situación actual, que por otro lado ha dejado parques y colegios vacíos, una importantísima paralización de la industria, comercio y de la economía global y una imperiosa adaptación por parte de la gran mayoría de los ciudadanos que han visto cambiar su día a día en un abrir y cerrar de ojos.

Por delante quedan, de momento, alrededor de dos semanas más con la declaración del estado de alarma, periodo en el que va a haber una mayor paralización por la obligación de quedarse en casa los trabajadores de ‘actividades no esenciales’, y a tenor de posibles nuevas medidas tanto sociales como económicas.

Foto: Las vidas de los españoles se ha paralizado como lo hace un coche al ver un semáforo en rojo | Xavi Terol

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