Rubén Porras, uno de los personajes del año en el deporte local

Con su histórico ascenso a primera como asistente

Rubén Porras, uno de los personajes del año en el deporte local
Rubén Porras posa ante la cámara de Xavi Terol con ropa de sport de la tienda Fernando Cano Moda Hombre

Esa regla no escrita que siempre acompañó a Rubén Porras antes de pisar un terreno de juego, que nadie se acordara de su nombre a la finalización del encuentro y que todo el protagonismo recayera sobre los jugadores, también trata de aplicarla en su día a día. Lo suyo no son los focos y sigue extrañándose porque alguien le pueda reconocer por la calle o se acerque a él en el polideportivo con la excusa de que le ha visto por televisión. Esa misma actitud reservada afloró delante de la cámara de Xavi Terol, acostumbrado a la amplitud y el desahogo de un estadio de fútbol, de la misma manera que tampoco se sintió en su salsa al cambiar el pantalón corto y el amarillo flourescente de la equipación arbitral por la ropa sport que preparó Santi Cano, de Fernando Cano Moda Hombre, para la sesión en la que uno de los personajes del año en el deporte alcoyano repasó su pletórico 2020 y brindó para que en el 2021 vuelva esa ansiada normalidad.

Lo vivido hasta esta cima actual, con ese ascenso sin precedentes a nivel local, podría perfectamente equipararse a una carrera de gran fondo. El desencadenante de toda esta historia fue un partido de Liga Nacional Juvenil disputado en El Clariano entre Ontinyent y Benidorm que supuso el debut de Rubén Porras como asistente con 19 años. Fue como un amor a primera vista. “Supe de inmediato que aquello era lo que verdaderamente me gustaba. Hasta ese momento ser árbitro lo tenía como un hobby, algo en lo que no me venía demasiado tiempo, pero me atrapó en el primer minuto y tuve claro enseguida que quería ser asistente. Cada partido que pasaba estaba más enganchado y me iba dando cuenta de que quería llegar lo más arriba posible”, confiesa al echar la vista atrás.

Empujado por esa ambición, por seguir progresando y cerrar etapas, ha sido ahora con 35 años cuando por fin ha podido cruzar esa meta que no hace mucho veía lejana. “Nunca te esperas un ascenso. Yo venía trabajando duro desde hacia mucho tiempo para estar preparado por si llegaba el momento. Ahora que lo he conseguido nunca olvidaré este 2020. En lo personal hay sido un año extraordinario. He podido hacer realidad un sueño que creía inalcanzable y que ahora estoy disfrutando mucho. Han sido años de forjar una ilusión, muchas noches de quedarme sin dormir, de perderme infinidad de cosas, entre ellas la comunión de mi hermano, pero no me conformo solo con llegar y ya está, hay que seguir trabajando. Un ascenso, y más a Primera División, no es algo fácil, es muy complicado y son muchos los que se han quedado en el camino, algunos muy buenos, algo que yo he conseguido y de lo que estoy muy orgulloso”, admite.

Rubén Porras ha conseguido alcanzar la máxima categoría del fútbol español con el aval de hacerse acreedor del Trofeo Acevedo, con el que el Comité Territorial de Árbitros de la RFEF distingue al mejor árbitro asistente de Segunda División de esa temporada. Atrás quedaron 171 partidos oficiales en Segunda División repartidos entre ocho temporadas, una más en Segunda B y dos en Tercera División, para un total de 19 años de trayectoria dentro del mundo del arbitraje. “Me enganchó que se me dio bien desde el primer momento. Siendo asistente no llamas tanto la atención como un árbitro. Cada partido notaba que disfrutaba más y estaba más a gusto y seguro. Es verdad que los asistentes somos quienes estamos más cerca del público, pero es algo que con los años te vas acostumbrando. He llegado a Primera División en un año donde no hay público por la pandemia, pero he estado en partidos con 10.000 personas detrás mío como me pasó en El Molinón en un partido del Sporting. Entre que estás centrado en tu labor, los años de experiencia y las ganas de que todo salga bien, acabas por no darte cuenta. Además, tu atención está enfrente. no en lo que pasa detrás tuyo”, sostiene.

Los malos recuerdos de Rubén Porras no vienen dados por un gol anulado que era válido o de un penalti no concedido. “Nunca olvidaré lo mal que lo pasé en Alcorcón. Era enero y hacía un frío terrible. La sensación térmica era de estar por debajo de cero grados. Al poco de empezar el partido empezó a llover, cada vez con más intensidad. Al descanso me tuve que dar una ducha de agua caliente para entrar en calor. Ni me quité las botas, me metí directamente debajo del agua. Salimos mojados a la segunda parte. Los mejores recuerdos los guardo de las eliminatorias de Copa. Esos partidos de un equipo de inferior categoría contra otro de superior tienen una magia especial, los disfrutas de otra manera, tienen esa esencia del fútbol de otra época”.

Su condición de recién ascendido le convierten en segundo asistente, por lo que en los partidos se sitúa enfrente de los banquillos. Un debut que está compartiendo junto a los riojanos César Soto Grado, árbitro principal, y Carlos Alcaraz, primer asistente, ambos en su segunda temporada en la máxima categoría.

Si agosto fue un mes intenso para Rubén Porras tras conocer el ascenso, será difícil que olvide su bautismo en la máxima categoría, el cual no tuvo que esperar mucho para romper el hielo al darse ya en la primera jornada, nada menos que como asistente del mejor árbitro español del momento, el valenciano Mateu Lahoz. “Cuando me lo dijeron no me lo podía creer, fue algo increíble. Si para mi estar con Vicente Cardona ya significó mucho, era mi referente cuando él era asistente en Segunda B, imagínate que tu debut en Primera es con Toño y Pau, que es su asistente, cuando has estado presente en charlas suyas y para cualquier árbitro español es lo máximo. Tenerlos al lado, poder charlar con ellos, preparar un partido y compartir vestuario es algo que nunca olvidaré. Traté de aprender el máximo de aquella experiencia”, recuerda.

Ser profesional del arbitraje le obligó hace un par de meses a dejar su ocupación como empleado de la aseguradora Unión Alcoyana. Por delante tiene diez años, hasta los 45, para terminar haciendo más grande ese sueño que comenzó cuando contaba con 17, por sugerencia de su madre, que no quería que dejara de hacer deporte al comenzar sus estudios universitarios. “Para el 2021 pido salud para todo, que volvamos a la normalidad cuanto antes y que aprendamos de lo vivido estos meses.

En cuanto a mí, seguir trabajando como lo he hecho hasta ahora y que ese esfuerzo me sirva para estabilizarme donde estoy. En cuanto al futuro, si he conseguido hacer realidad un sueño que hasta hace poco veía imposible, ¿porqué no pensar en hacerlo más grande? No rendirse es la base para mí. Sería muy bonito llegar a internacional y dirigir un partido de selecciones”.

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