Bien y mal

Hasta no hace mucho la pronunciación del vocablo descenso era algo así como invocar al mal aficionado, a quien solo deseaba el mal del club y que únicamente buscaba hacer daño por encima de todo. Era como el demonio en persona, una especie de enemigo. Esa era la vara de medir que se utilizaba en ciertas estancias de la planta noble de la sede blanquiazul para reprobar a todo aquel que pensaba de manera diferente y empezaba a advertir lo que nadie deseaba, pero que ha terminado llegando. Pues bien, si la pasada semana caer en puesto de promoción de descenso le costó el puesto a Vicente Mir, en la que nos encontramos, ya con entrenador nuevo y con el de Meliana más allá de La Carrasqueta, vemos que el Deportivo, el de los buenos y los malos aficionados, ya ha entrado en el precipicio y por lo visto el domingo, sin paracaídas y en caída libre. No obstante, dentro de esa miniélite –afortunadamente cada vez más minoritaria– que se cree por encima del mal y del bien, seguirá consolándose con pensar que el Alcoyano está a ocho puntos de la clasificación para la Copa del Rey, el torneo fetiche de los que realmente sienten con el corazón el escudo del Deportivo. ¿Qué son ocho puntos? Son tres buenos partidos, cuando aún quedan once por disputarse. Mientras que algunos siguen en su mundo sin enterarse de la verdadera realidad del equipo, pensando en los cuatro penaltis fallados, de si en vez de fulanito se hubiera fichado a menganito, el domingo muchos aficionados se tropezaron de frente con la verdadera realidad del equipo y la pésima planificación deportiva que se hizo durante el verano y cuya consecuencia es este Alcoyano que nos duele a todos. Ahora no es momento de lamentaciones, es el momento de tirar todos del carro como hicieron el domingo las peñas y también una grada que hasta el final estuvo empujando y dando fuerzas al equipo. No queda otra que arrimar el hombro, pasar pagina de lo ocurrido hasta ahora y hacer borrón y cuenta nueva. Como dijo Mario Fuentes en su presentación, quedan doce finales –once tras jugar contra el Cornellà– y habrá que ir con lo que tengamos. El domingo De Lerma dio una clave, cerrar el grifo y detener la sangría de goles que está recibiendo en las últimas jornadas. Fue la fórmula que tan bien le fue el año pasado a Mario Barrera y la que habrá que poner en práctica a partir del domingo en casa del At. Levante.

Send this to a friend