De los Guerreros de terracota y de los boatos alcoyanos

Abril es el mes de la festividad pionera de Moros y Cristianos. Pero, curiosamente, viene siendo el momento de coincidencia de dos mundos unidos etnográficamente el año pasado en la Revista eWali de investigación Antropológica, Histórica, cultural y/o social en el entorno Mediterráneo en el artículo “El «Mediterráneo chino» la «China mediterránea». Sobre etnografía y orientalismos, identidad y empoderamientos: la festividad de Moros y Cristianos y el proceso de sinización chino” (publicado el 07/06/22). Se trata del mundo asiático, China, y la festividad alcoyana por excelencia.

Un año después, el Museo Arqueológico Provincial de Alicante (MARQ) —el innovador espacio de grandes exposiciones en el que se ha convertido desde 2002, evolucionado desde su creación en 1932— ha conseguido posicionarse y distinguirse internacionalmente trayendo una muestra del legado cultural chino de las dinastías Qin y Han (221 a.n.e.- 220, período total de ambas). De manera que, con las 10 figuras auténticas —9 militares y una ecuestre— y alcanzando la cifra de 120 piezas en total de diferente naturaleza, los “guerreros de terracota” (bingmayong en chino) que se encuentran en nuestra provincia no son algo menor. Siendo la primera exposición de estos en Europa desde la pandemia internacional es un orgullo que haya sido en España y es más aún poder visitarla a escasos 60 km de nuestra ciudad. Esta actividad se encuentra dentro del proyecto de colaboración cultural de nuestro país con el asiático dentro del amplio programa de actividades bilaterales con motivo del 50 aniversario del Establecimiento de Relaciones Diplomáticas entre ambos países el 9 de marzo de 1973.

El reconocimiento del ejército de terracota de Xi’an como octava maravilla no es baladí. Se trata de uno de los descubrimientos arqueológicos más deslumbrantes de todos los tiempos y desde la premisa de que se trata de un imperio de ultratumba no concebido para los ojos de este mundo, poder tener la posibilidad de disfrutar de una muestra de este calibre y calidad es una oportunidad sin igual para conocer e imaginar el lujo y el cosmopolitismo de la corte imperial china de este período cuyas características y cuya sociedad tras el período post-unificación ya nuca volvería a ser igual. Por un lado, es posible encararse a unos guerreros eternos, pero también a la anodina vida de sus constructores, así como al fabuloso encargo imperial de su construcción. Policromadas en su creación, no hay ninguna con el mismo rostro ni adornos faciales y dan cuenta, con ello, de la variedad física, étnica y de edades que componían un ejército de este calibre. Alcanzando casi las 8 mil figuras, la parte más cuantiosa fue descubierta en 1974: por un lado, en formación de batalla orientada al este y formada por más de 200 arqueros y ballesteros, treinta columnas de cuatro de infantería con 35 carros de madera tirados por cuatro caballos y dos líneas laterales defendiendo sus flancos; y por otro, una miscelánea de tropas donde lanceros y caballería se suman a otras cuantas como las mencionadas, además de dos comandantes y un grupo de bailarines, músicos, acróbatas y esculturas de cisnes, aptos y grullas. En 1980 se descubrieron dos carros de bronce policromados tirados por cuatro caballos y gobernados por un conductor imperial construidos a la mitad del tamaño original, aproximadamente. En 2009, se descubrieron más piezas éstas indicando la juventud de la tropa, apenas 17 años.

Y un año después, como marca entre su diversidad folclórica la tradición levantina, la ciudad de Alcoy emprende la cuenta atrás hacia sus días grandes. La orientalización de la Festividad de los Moros y Cristianos es en nuestra ciudad y en su genuina y desarrollada versión donde alcanza un superlativo valor estético y musical. Por un lado, su escenificación orientalizada, especialmente en el bando moro, alcanza un gran valor en su representación callejera y desde que a partir de 1871 una banda de música se oficializara acompañando a los actos representados y que en 1907 se creara con una finalidad instrumentalista para estos fines la primera marcha mora de la historia —Aben-Amet o Marcha Abencerrage de Antonio Pérez Verdú— se sustentó una distinción entre ambos bandos musical y escénicamente y en donde el protagonismo de la percusión caracterizará a la parte oriental. Nace el género musical en sí, de ese modo, y en 1958 el bando cristiano tendrá su representante con Aleluya de Amando Blanquer Ponsoda.

No obstante, a nadie se le escapa que la escenificación del bando oriental acompañado con la fuerza musical de un género que dará no pocas obras excelentes a recordar y a inmortalizar, no sería igual sin contar con la aportación femenina y que esta arrastra polémicas diversas desde un punto de vista sociológico y, más actualmente, de empoderamiento femenino. Es, sin duda, un termómetro de su función social integradora hasta el punto que el análisis académico de los llamados “boatos” ya ocupan trabajos especializados. Huelga decir que un análisis socio-etnológico y de género se encuentra latente en estas temáticas y enfoques científicos, pero que también levanta voces de reivindicación, valoración y reconocimiento, también económico, de este elemento artístico de representación. En este contexto cuando la obra Bailar entre confeti de Ana Calvo se publicó hace sólo dos años sirvió de reflexión sobre la minoración a su trabajo como bailarina y coreógrafa, en representación de un sector concreto, y su compromiso reivindicador, al respecto, es continuo y admirable. Si advertimos que fue en 1974 cuando se encargó por primera vez el acompañamiento de unas niñas para fines de este tipo, el hecho de contar con esta situación de irregularidad casi 10 lustros después posiciona el estado de la cuestión.

Es latente una evolución en el empoderamiento de la mujer como respuesta a una situación social de desigualdad como lo es que cuando Hesíodo inmortaliza a Pandora, la distingue de otras representantes femeninas —Afrodita y Atenea, gracia y sensualidad; dominadora del arte de la tejeduría, respectivamente— como mentirosa y de carácter inconstante, constructo de “un bello mal”, atributo que despierte alegría al recibirla ocultando, sin embargo, un sinnúmero de desgracias. No obstante, y si bien la tradición al respecto ha alentado el rol subyugante —con un mix de religión y patriarcado social— las festividades culturales han venido a ser recurrentes en su conservación y la modernidad como estado socio-histórico caracterizado por el enfrentamiento entre derechos y deberes de la ciudadanía con la cultura y la tradición viene a ser el marco donde estas cuestiones se desarrollan para su escalada hacia su superación.

Con todo, el mes de abril ha vuelto a ser el mes de China y de la festividad por definición de Alcoy. Con todo, por un lado, es reconocible la ineludible oportunidad de acercarnos a la exposición del MARQ que nos brinda desde su cercanía una representación de la octava maravilla del mundo; por otro, apenas hacen unos pocos días se pudo disfrutar de los días grandes alcoyanos. Con todo, dispusimos de una nueva oportunidad para acercar lo femenino a una situación de igualdad y respeto, pero también para mantener alejadas a Afrodita y a Atenea del constructo femeninocentrista para su desestereotipación y, especialmente, a Pandora de su protección de rebaño, de su coraza, de sus castillos. Porque lo femenino merece su autentificación desde el reconocimiento y la aceptación, con valor. No en vano la esperanza quedó en el fondo de la caja de Pandora…

GABRIEL TEROL. Doctor en Filosofía, especialista en sanidad, UV

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