El lazo

Es curioso, pero casi todos los perros tienen la mirada inteligente, además, sienten cosas que a los humanos nos pasan desapercibidas. Al pasar por delante de la Biblioteca Municipal sentí curiosidad por la mirada de este chucho que parecía castigado, atado con un lazo a la reja metálica, junto a un muro protector de un antiguo Banco de España que había en Alcoy. Para este can solo representaba una chambilla de lujo. Parece de raza perdiguera, un listo sabueso para la caza, muy hábil por cierto para descubrir trufas que por esta época aparecen cerca de las raíces de ciertos árboles ¿Qué hace este perro con cara de pena atado en la puerta de la calle de una biblioteca? ¿Busca perdices?, Su fino olfato le dice que allí dentro no hay. Puede, eso sí, que algún pájaro del modernismo surrealista ¿Trufas?, Tampoco. No hay naturaleza. Hay otras exquisiteces pero no son comestibles.

Parece que le gustaría entrar, tal vez porque tiene frio, aunque por sagacidad sabe que allí los empleados ya van con abrigo porque les han quitado la calefacción ¿A leer el periódico? Tampoco. Los han eliminado también de circulación, dicen que por falta de presupuesto. Si no puede cazar, no puede marcar trufas, no puede abrigarse y no puede leer, ¿Por qué lo humillan de esa forma? Su dueño debería saber que ese aljibe de la cultura alcoyana no es sitio para un perro por inteligente que sea. O lo dejan entrar, o que dejen que se vaya. Sin hablar, con su mirada canina y serena, le sobra para decir lo que piensa. Es justo lo que pensamos todos los domésticos que estamos bajo el designio de los que nos mandan y administran. Los que nos dan y nos quitan. Ahora te ato, ahora te suelto. Solo es cuestión de no dejarse poner el lazo, y así, no pueden dejarte en la puerta de la calle.

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