Franco for ever and ever

No me negarán ustedes que se está poniendo interesante el sainete de la exhumación de los restos de Franco, titulado “Franco for ever and ever”, con la irrupción en escena de un prior benedictino y su negativa a que se acceda al templo del Valle de los Caídos en tanto no se pronuncie el Tribunal Supremo. Particularmente yo ya había dejado en un segundo plano esta noticia que el presidente Sánchez traía en su cartera cuando accedió al cargo.

Si el ejecutivo sigue en sus trece e invade el templo en cuestión, la Iglesia responderá que se ha profanado un lugar sagrado y procederá a excomulgar no sé si a todo el gobierno o a su cabeza más visible, con lo cual el sainete adquirirá tintes de tragicomedia decimonónica con todo el olor a romanticismo que desprende este caso.

En este tercer parágrafo no sé si adentrarme en lo que pensará el ejecutivo sobre la excomunión que le pueda imponer la Iglesia o reflexionar sobre cómo se escala en este último organismo, como si del Ejército se tratara, para llegar a ser prior del Valle de los Caídos. Ambas cuestiones me parecen tan sabrosas que lo dejo en manos del lector para que, según sus creencias, barrunte sus propias conclusiones sobre estos dos mundos antagónicos, casi siempre enfrentados a los largo de los tiempos desde que el mundo es mundo.

Les juro que lo que a mí más me atrae de todo este vodevil son las dificultades, pegas, impedimentos y bloqueos que el gobierno encuentra para luchar contra los trámites administrativos que todos los estamentos medievales eclesiásticos imaginables: abadías, nunciaturas, arzobispados, etcétera. En trámites administrativos ni el Ejército con toda su burocracia jerarquizada podría nunca competir con la Iglesia.

En todo este affaire no puedo evitar pensar en “Thriller”, el famoso videoclip de Michael Jackson con toda su troupe de muertos vivientes saltando sobre la tumba de Franco, saliendo de la Basílica del Valle de los Caídos, y desfilando por la explanada y escalinata graníticas, solo que esta vez la troupe la componen el ejecutivo en pleno, varios eclesiásticos del terreno y los descendientes de Franco.

Si hemos esperado cuarenta años, podemos esperar cuarenta más viendo cómo se desenreda la maraña de impedimentos que unos organismos ponen a otros hasta que las próximas elecciones pongan caras nuevas a esta función interminable. Mientras tanto, y a la espera de las nuevas hornadas de Brexit que se avecinan, me pongo las pilas con unos vídeos del presidente de la Cámara de los Comunes, John Bercow —vean en youtube “John Bercow best moments”, por ejemplo; no importa si no entienden inglés—. Seguramente de su visionado, mejor que la lectura de muchos sesudos artículos, entenderán la materia de la que están hechos los británicos y que, si un milagro no lo impide, el 29 de marzo dejarán de pertenecer ese club llamado Unión Europea. Ver una sesión de la Cámara de los Comunes es un espectáculo circense —y el Brexit ha brindado muchísimos— que ningún mortal debería perderse. A veces la realidad supera a la ficción.

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