Jorge Pastor aparca definitivamente ser profesional tras anunciar que cuelga la bicicleta

Jorge Pastor tuvo un sueño de niño: ser ciclista profesional. Lo aportó todo por verlo cumplido, dejó su casa, la familia, los amigos del colegio y hace cuatro años decidió marcharse a vivir al País Vasco, la cuna de este deporte.

En ese tiempo tuvo que sufrir en silencio las alegrías y penas de un deporte que exige eternas sesiones de entrenamiento que se prolongan hasta las cinco horas. En 2017 fichó por la Fundación Alberto Contador y un año después vio pasar de cerca el tren del profesionalismo.

Hizo un excelente 2018, como buen escalador fue uno de los mejores en subidas tan exigentes como Hedroso, en la Vuelta a Zamora, en el puerto de Mijares en Ávila o el terrible Alto del Angliru en la Vuelta a Vetusta, donde acabó en una destacada novena plaza. Pero le penalizó que no consiguiese esa victoria que termina de convencer a los responsables del equipo Continental para dar el salto, quedándose muy a su pesar en la formación sub’23 otro año.

Eso le hizo tomarse 2019 como “un todo o nada”, o definitivamente se apostaba por él y daba el salto a la estructura profesional o su carrera como ciclista llegaba a su fin y regresaba a casa.

DOLORES QUE NO REMITÍAN
Jorge Pastor, que ahora tiene 23 años, comenzó a sentir molestias en la zona perineal, una incomodidad que acabó derivando en dolor y que cada vez más le impedía montar en bicicleta con normalidad.

Fue entonces cuando el alcoyano decidió buscar opiniones médicas. La opción de la cirugía era la solución más rápida.”Si hubiera sido una personal normal, con descanso se hubiera solucionado, pero ser ciclista implica muchas horas encima de la bicicleta y la mejor solución era pasar por el quirófano. Fue un palo porque suponía echar por tierra todo el trabajo invernal con vistas a la Copa de España, el primer gran objetivo de la temporada. Fue duro pero decidí parar del todo y seguir los plazos de la Seguridad Social”.

SEGUNDA OPERACIÓN
El problema vino después. Se operó en abril en nuestra ciudad pero la intervención no fue todo lo bien que se esperaba. “Volvemos a lo mismo, para una persona de a pie podría estar haciendo vida con normalidad, pero en mi caso no podía seguir entrenando y teniendo molestias. Había que hacer una segunda operación y ello suponía dar un portazo a la temporada de verano. Además, como había estado tanto tiempo parado, perdí la motivación”, describe. Fue entonces cuando decidió que no iba a recurrir una segunda vez a la cirugía y su decisión era colgar la bicicleta.

BALANCE FINAL
“Con 18 años ves la vida de una forma, estaba cegado con ser ciclista profesional, no veía otra cosa. Después pasan los años y empiezas a comprender que hay vida más allá de ser ciclista, que no se acaba el mundo y que la bicicleta tiene otras más facetas para disfrutarla. Ahora mismo no echo de menos el correr, estoy saliendo a entrenar con los amigos de una manera muy relajada. Lo dejó con la conciencia muy tranquila de haber dado el 100 por 100 de mi, han sido muchos sacrificios y pese a todo, pienso que ha valido la pena. Siento que se cierra una puerta y se me abren otras muchas”, explica este estudiante de Nutrición y Dietética, que acaba terminar un Grado Superior y que pronto comenzará las prácticas en una clínica de Valencia.

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