La calle dividida

La peatonalización del Centro ha sido recibida con polémica

Tramo de la calle Sant Llorenç, que se ha visto muy animada estos días. | XAVI TEROL

La primera fase de la peatonalización del Centro entró en marcha el pasado lunes, y lo hizo con una “normalidad” que ni el propio departamento de Movilidad del Ayuntamiento esperaba, tal y como reconocía el concejal Jordi Martínez el mismo lunes. La polémica en la calle, sin embargo, sigue estando servida, con opiniones a favor y en contra de una medida que ha llegado acompañada de una campaña informativa, reforzada además por una mayor presencia policial en los accesos a la zona restringida, que comprende una veintena de calles.

Recordar que en esta primera fase no está incluida la peatonalización de San Nicolás, si bien se puede circular únicamente en sentido ascendente. Los vehículos procedentes del Camí deberán girar a la altura de la Glorieta por Torremanzanas y tomar Casablanca para dirigirse en dirección al Viaducto o la plaza de España. Es por eso que esta calle ha incrementado el tráfico estos días, según había previsto el Ayuntamiento, como también lo ha hecho Sant Jaume, que se utiliza como vía alternativa para acceder a País Valencià, ahora de doble dirección.

Inusual imagen de País Valencià, ahora de doble sentido hasta el Parterre.

Esta fórmula de redirigir la circulación hacia vías secundarias ha recibido no pocas críticas, pero desde el departamento de Movilidad consideran que si bien ha habido un incremento lógico del tráfico, este ha sido finalmente bastante menor del esperado, por lo que cabe aventurar un efecto disuasorio, que precisamente es uno de los objetivos de la peatonalización. “No queremos un Centro como zona de paso de vehículos, la idea es fomentar el transporte público, los desplazamientos a pie y los espacios peatonales”, remarca Martínez.

Unos argumentos que sin embargo, no convencen a parte de la ciudadanía, que pese a reconocer que a nivel de tráfico la peatonalización “está funcionando”, consideran que no muy a largo plazo esto será perjudicial para el barrio. “Mientras esté San Nicolás abierto bien, pero en el momento en el que cierren, veremos”, afirma Miguel Santonja, propietario de Los Pollos, establecimiento de comidas para llevar, quien asegura que está “a favor de que se hagan las cosas bien, pero no se están haciendo”, y por eso teme las consecuencias para los negocios de la zona.

Consecuencias “nefastas”, en palabras de Asunción, vecina de la Zona Norte pero que se confiesa una incondicional del Centro. “A mí me encanta esto, pero cerrándolo lo van a matar”, declara.

Pilar Sempere, otra asidua del casco antiguo, reconoce que “es cuestión de acostumbrarse” y cree que deben ser los comerciantes los que evalúen los resultados de la peatonalización: “Si a los negocios les va bien, perfecto”. No obstante, se atreve a pronosticar que “vamos a fastidiar más el barrio de lo que ya estaba, creo yo…”.

En cambio, otros viandantes habituales se muestran encantados con la solución ofrecida por el Ayuntamiento en el eje Sant Llorenç-País Valencià. “Nos recuerda a cuando éramos jóvenes, ahora podemos disfrutar paseando de nuevo”, comenta José Miguel Moreno.

Y del lado de la oposición municipal, el único en pronunciarse ha sido el PP, que desde el fin de semana pasado, cuando empezaron a rodar los primeros cambios en el tráfico de la zona, venía anunciando un auténtico “caos”. Finalmente, a nivel de tránsito “ha ido muy fluido”, asume Quique Ruiz, portavoz popular, pero le “preocupa en el sentido de que la gente haya querido huir del Centro” y qué consecuencias tendrá esto, se pregunta.

De momento, en opinión suya “la sensación es de tristeza” y de “vacío” en un barrio “degradado”, asevera, y exige “dotar de sentido” la peatonalización, “que no se quede en cerrar calles al tráfico”, para que “la gente venga, disfrute y compre”, señala.

Puede leer el reportaje completo en la edición de El Nostre del jueves 1 de abril de 2021.

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