La huella de Miguel Valor en Estados Unidos

Tres décadas después de su paso por la Tyler Junior College, el alcoyano es homenajeado y pasa a formar parte su Círculo de Honor

La huella de Miguel Valor en Estados Unidos

Hace unos días que Miguel Valor ha regresado de Estados Unidos, donde este pionero del tenis de nuestra ciudad, que llegó a ser campeón de España de dobles en 1996 junto al madrileño Tati Rascón, que fue 33 del ránking español –”el 8 de los mortales porque los 25 primeros eran jugadores con ránking ATP”, le gusta decir con cierta sorna al recordar aquellos tiempos–, fue homenajeado en la universidad que le vio crecer como jugador y con la que fue dos años seguidos campeón de Estados Unidos de universidades pequeñas.

Cuando Miguel Valor recuerda su llegada a la Tyler Junior College no puede evitar que se le ilumine su mirada. “Me cambió la vida por completo. Me permitió seguir jugando al tenis, cuatro años en Estados Unidos y otros tres o cuatro en España. Después de aquello reconozco que no me fue mal, no sé lo que hubiera sido de mi sin aquel viaje”, confiesa con agradecimiento.
Miguel Valor se plantó en enero de 1990 en Estados Unidos con una beca universitaria para seguir jugando al tenis y consciente de que estaba ante la oportunidad de su vida. “En casa contentos, mi madre más que mi padre, porque iba a seguir estudiando, y yo también porque me permitía jugar al tenis. Entonces era muy difícil, o te ibas a Barcelona o tenías complicado seguir en el tenis. En aquella época coger un avión no es como ahora, significaba cortar con todo. Ahora con los teléfonos móviles estás al día de lo que pasa al instante, entonces yo solo hablaba los viernes con mi familia y desde un fijo”, recuerda.

Su estancia en Estados Unidos le permitió olvidarse de todo, solo se dedicaba a estudiar y entrenar. “Fue una etapa muy bonita que siempre recordaré. Dejé muchos amigos y cada dos o tres años me gustaba regresar”, confiesa. No le fue nada mal. En los dos años en la Tyler Junior College fue campeón, el primero como tercer jugador y en el segundo, ya como capitán y primer jugador del equipo.

Terminada su etapa en Junior College, fichó por Arkansas, donde las exigencias cambiaron por completo. “Conseguimos buenos resultados, pero era otra cosa. El primero de nuestro equipo llegó a ser 150 del mundo. Conseguimos entrar entre los veinte primeros equipos de Estados Unidos, creo que acabamos el 16, la mejor clasificación histórica de nuestra universidad”, repasa.
Acabados aquellos dos años decidió poner fin a su estancia en Estados Unidos y se vino a España para tratar de convertirse en tenista profesional. “El primer año viajé por toda España, acabé en Portugal donde estuve jugando en mes entero. Conseguí allí todos mis puntos ATP pero me costó mucho dinero. Tuve que empezar a jugar torneos nacionales por dinero. Estuve así tres o cuatro años. Yo tenía 24 o 25 años, cuando con 17 y 18 años había jugadores con ránking ATP”, repasa de aquel regreso.

Con 27 años se lo dejó, tomó el relevo de sus padres y pasó a regentar la tienda de deportes familiar, para con el paso del tiempo especializarse en productos relacionados con el tenis. Aún sigue jugando en torneos de veteranos por Valencia. Todas las iniciativas que quiso llevar a cabo a nivel local y en la comarca en darle al tenis el reconocimiento que merece como deporte no acabaron teniendo mucho recorrido, unas veces por los propios intereses de los clubes y otras por falta de apoyo político. “Es una pena”, se lamenta.

En 2019 recibió el reconocimiento del Open de Tenis Ciudad de Pozoblanco, que ganó en dos ocasiones, algo que nadie ha hecho en sus más de cuarenta ediciones y allí han inscrito sus nombres jugadores como Verdasco o Bautista. Hace unos días el homenaje le llegó de Estados Unidos, su segunda patria. “Me hizo mucha ilusión. Además, los americanos se toman muy en serio este tipo de actos. En la sociedad estadounidense está muy arraigada el deporte universitario”, desvela.

Miguel Valor fue uno de los ocho deportistas de la TJC a los que se le enfundó la chaqueta amarilla. Entre ellos estaba Mitch Berger, toda una leyenda del fútbol americano, campeón de la Super Bowl. Ahora un cuadro con la cara del alcoyano cuelga en el largo pasillo con todos los “indultados”, que es como se les conoce, en el departamento de deportes de esta universidad americana. Según confiesa Miguel Valor se puede contar con los dedos de una manos los extranjeros que están en el Círculo de Honor. “No solo se tiene en cuenta la trayectoria deportiva, se valora la implicación en aquella comunidad, cómo eres como persona, algo que para mí tiene mucho más valor que si ganamos un título deportivo. Fueron unos días muy especiales para mí”, confiesa el alcoyano.

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