Pídame usted perdón

Uno que no le gusta pedir perdón por las cosas que no ha hecho, pues solo respondería si acaso por mis padres ya que sé que no hicieron nada de qué avergonzarse. Y en menor medida por mis abuelos a los que ni siquiera tuve la suerte de conocer. A partir de ahí salga el sol por Antequera.

Con mucha más razón no lo voy a hacer por un tatarabuelo que vivió hace quinientos años. Aunque el mismo resulte ser un asesino, un asaltador de camino o lo que es peor un miembro de Santo Oficio que se encargaba de prender, torturar y ejecutar a quienes no pensaban como él.

Se han cometido tantas injusticia en este mundo dejado de la mano de Dios, que si fuéramos a pedir perdón por ellas no haríamos otra cosa.

Ahora parece ser que a los políticos, e incluso a los que no lo son, y que probablemente no tienen nada mejor que hacer, les ha dado porque todo kiski pida perdón al prójimo aunque ellos sean los primeros en no hacerlo.

No sé qué bicho raro le habrá picado al presidente mejicano, probablemente la mosca cojonera española, la que pica de verdad porque no le interesa picar por frivolidad, y que como ustedes bien saben es la única que no es un díptero sino un coleóptero. Tal vez por eso le ha dado por exigir, quien esté libre de pecado que tire la primera piedra, que el monarca hispano actual pida perdón por las atrocidades cometidas por los conquistadores hispanos hace 500 años, cuando entonces no reinaban sus antecesores, ni por supuesto los míos. Recordemos que pasamos de austrias a borbones a principios del siglo XVIII.

Todo ello dicho ante los medios de comunicación y de un estupefacto Sánchez que no supo cómo reaccionar. Y que no me digan que fue por prudencia, porque posiblemente no tenía ni pijotera idea de lo que allí se estaba hablando. O por lo menos es la impresión que me dio.

Debió recordarle, en esos momentos, a Lope Obrador, el presidente mejicano de recios apellidos hispánicos, que quienes cometieron las tropelías fueron, si acaso, sus ascendientes, que son los que vivían allí, y no los nuestros que solo miraban los toros desde la barrera. Decirle que durante los dos siglos de independencia se cometieron allí más injusticias con los campesinos indígenas que durante los tres de colonialismo español. Y si no se lo creen que se lo pregunten a Emiliano Zapata o a Pancho Villa, los únicos que salieron en su defensa.

Cierto que hubo matanzas de indígenas, pero siempre ayudados por otros que hasta entonces soportaban la tiranía de los aztecas, los tlaxcaltecas. ¿O continua creyendo que 200 tíos solos conquistaron un imperio de 200.000 indígenas civilizados? Simplemente se limitaron a apoyar al más débil, y aprovechar la coyuntura.

Recordarle al tal Lope que si Vermon llega a conquistar Cartagena de Indias en 1741, en Suramérica quedarían menos indígenas que los actuales: sioux, apaches, comanches y arapahoes que malviven actualmente en USA.

Cierto que les cogimos el oro mejicano y la plata de Potosí, como antes los hicieron los romanos con nosotros, a cambio de una lengua, una cultura, cuatro anfiteatros en mal estad, cinco puentes y un acueducto en buenas condiciones.

Le recordamos señor presidente que nosotros hicimos lo mismo que nos enseñaron los romanos y ahora no estamos pidiéndoles cuenta. Dejamos una cultura, un idioma, infraestructura, como universidades e iglesias, y una cantidad importantes de edificios que solo los terremotos son capaces de llevarse por delante. Así como presidios, en el buen sentido de la palabra, como los de los Ángeles y San Francisco que ni los gringos a pesar de su empeño lograron cambiarle el nombre. Y que posteriormente se dejaron arrebatar impunemente. Y no me replique diciendo que nosotros perdimos también Cuba y Puerto Rico, pues por entonces teníamos el enemigo, los independentistas, dentro de casa, de no ser así otro gallo hubiese cantado.

Recuerdo que cuando se independizaron ustedes, y mejor no me obligue a contar como lo hicieron, los únicos beneficiados fueron los criollos, no los indígenas que lucharon en su mayoría en el bando realista y que sospechaban, como finalmente ocurrió, que iban a pasar de Guatemala a Guatepeor.

No estaría de más que usted comenzara por pedir perdón a quienes gobierna, haber si así alivia su conciencia y descarga la presión que le agobia.

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