Se nos va acabando el tiempo

Seguimos a la espera –en el momento de escribir estas líneas– de que se haga realidad ese proyecto de Gobierno de coalición entre el Psoe, Unidas Podemos, y el resto de las fuerzas políticas que se autodenominan de izquierdas, o al menos, progresistas.

Uno no es un experto en nada, pero en llegando a ciertas edades, y más, si sientes una constante preocupación por lo que pasa, por lo que nos pasa, y buscas los motivos que te expliquen por qué pasa, tiras de experiencia, te sirves de las vivencias que te procuran tantos años.

Esta preocupación se acentúa mucho más, a pesar de que todas y todos tenemos toda clase de problemas: económicos, de salud, de tipo social, etc… por ir observando diariamente todo lo que ocurre. La actualidad diaria no es que ayude demasiado al optimismo, precisamente.

Políticamente, este país está hecho unos zorros, más que nada por tener que asumir las consecuencias de no haber tenido políticos de verdad, honestos, decentes, preocupados por su país y sus compatriotas… la inmensa mayoría de ellos y de ellas han ido a lo suyo, a vivir divinamente –cuantos más años, mejor– y a acumular dinero, influencia, y poder.

Económicamente, y como consecuencia de lo anterior, la cosa adquiere tintes de drama, y los figurantes de la obra seguimos siendo, como siempre, los mismos, la inmensa mayoría de españolas y españoles. Y gobiernen unos u otros, somos los que asumimos todas las consecuencias.

Tocando el asunto social, o el laboral (marchan tremendamente relacionados), la cosa se convierte en dramática, y llegamos a la conclusión de que ésto no hay quien lo arregle.

Y ahora, cuando parece que asoma una pequeña luz al final del túnel de la esperanza (sí, ese túnel del que tanto nos hablaban Rajoy y Montoro), son, los mismos generadores de esa tenue luz, los que nos ponemos tiquismiquis, y entre historias, tonterías, y gilipolleces pueriles, acabaremos apagándola.

Mientras, esos partidos de la derecha, esos políticos de derechas de toda la vida, arremeten con toda la furia de la que son capaces contra esa posibilidad de que la sociedad española intente mejorar un poquito sus vidas… No hay ningún apoyo a tales propuestas, a tales posibilidades, sino que todas y cada una de ellas es demonizada, acosada, desposeída del valor que atesoran.

Esa es la derecha a la que hemos votado más de doce millones de españoles, esa es la derecha que quiere volver a cortar el bacalao en España, esa nación a la que consideran de su propiedad, con sus habitantes dentro.

Personalmente, observo diariamente situaciones, declaraciones, actuaciones de Gobiernos regionales (legalmente constituidos), propuestas, instrucciones, y normativas de los que han mandado y quieren seguir mandando en España: oligarquía, banca, CEOE, IBEX, Iglesia… Responsables directos, con la anuencia de los llamados Poderes del Estado, de la delicada situación en la que nos encontramos desde hace tiempo.

Y también diariamente, observo la complacencia de gran parte de la sociedad, el conformismo, el enojo que se produce cuando alguien intenta razonar sobre la verdad, sobre la manera de intentar cambiar esta ruinosa forma (para nosotros) de hacer política.

Esas situaciones y actuaciones a las que me refiero, producen una impresión preocupante, como de ir volviendo poco a poco a tiempos que creíamos olvidados.
Tiempos en los que una mujer estaba tutelada por el marido, y cuando ese mismo marido, o el varón en general, era quien hacía y deshacía. Tiempos en los que, o tu vida transcurría de manera ortodoxa, o te llovían los palos y el escarnio, tiempos en los que el pensamiento, el criterio, y la decisión, no eran propiedad exclusiva del individuo. Y no son paranoias, muchísimos españoles y españolas no vivieron esos tiempos, pero existieron, muchas y muchos los hemos conocido.

Durante ochenta años hemos trabajado, hemos producido una inmensa riqueza de la que se han apropiado, precisamente, los que menos hicieron por generarla, y hemos acabado, esos mismos que la producimos con nuestro trabajo, sacrificio, esfuerzo, e ilusión, malviviendo de las migajas que han tenido a bien dejarnos.

España y su sociedad vivimos al son que nos marcan estos vividores, mal llamados políticos, al son que les marcan a ellos los organismos internacionales que deciden cómo hemos de vivir, siempre con arreglo a sus propios intereses y cuentas de resultados. No les importamos un miserable carajo, pero sí que nos necesitan para que, con nuestro esfuerzo y miseria, les sigamos financiando su desahogada existencia. Tenemos claro que somos los únicos que pagamos, y lo hacemos por todo, y para todo.

El futuro es terriblemente negro, y por ese motivo me extraña que tanta juventud busque cobijo en esos partidos nuevos con piel de cordero, y que son, en realidad, los más nefastos y peligrosos para las personas, para la sociedad, para el propio futuro.
Pienso que, o espabilamos y empezamos a gobernar desde un auténtico Gobierno de progreso, o más pronto de lo que imaginamos volveremos a disfrutar tan solo de las procesiones, de los desfiles militares, y como ha dicho algún nostálgico, de las cartillas de racionamiento.

PROGRESO, SÍ o SÍ… o derechas, nostalgia, precariedad, miseria, misa, y marchas militares. Escuchas y miras las noticias, las declaraciones de tantos y tantos, y te acabas preguntando… ¿Es que vamos a empezar de nuevo…?

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