Semana de rankings

Andaba yo tratando de digerir, con serenidad, el barómetro de ayuntamientos de la Comunidad Valenciana que ha retwitteado Raúl LLopis, de la semana del 3 al 9 de octubre, y que sitúa al de Alcoy en el puesto número dos, por detrás solo del de Valencia, en un top 50 de Post, cuando algún malvado enemigo, miembro de la oposición, cuela en la redes la página del diario Expansión sobre ránking en el coste de los políticos para los ayuntamientos. Alcoy está en la sexta posición nacional como excelente pagadora de sueldos a sus concejales, alcaldes y amigos de confianza.

Al margen de la posición en el ránking, por aquello de si están o no están todos, me quedo con el detalle de la cifra, facilitada por el Ministerio de Política Territorial: cada alcoyano, no importa edad ni condición, paga 14’98 euros para pagarle los sueldos a los concejales, algunos de los que dentro de cuatro años seguiremos sin conocer ni podremos explicarles a que se han dedicado.

Es un dato para que estemos felices y orgullosos como empresarios de los políticos. Solo en cinco ciudades de España pagan más que nosotros. Unos señores donde los haya. El único pero que cabría poner es que nadie nos ha preguntado por los sueldos de nuestros políticos. Los han decidido ellos mismos. Solitos. Con un par de cojones. ¿En qué empresa o sociedad son los propios trabajadores quienes deciden el sueldo que van a cobrar? Perdón, claro, hablaba de trabajadores. Ellos son otra cosa.

COMO UN CHISTE DE GILA. Los vecinos de la calle Casablanca han salido a la palestra, interviniendo en un Pleno, para denunciar la situación de inseguridad que se vive en esa calle, donde casualmente se encuentra el retén de la Policía Local. Podría parecer un chiste de Gila, que la calle más insegura sea la calle donde está la Policía, pero es mucho más serio y dramático. Por eso habrán podido comprobar cómo esta semana todos los partidos políticos de Alcoy, especialmente los de la oposición, han realizado declaraciones sobre la inseguridad en la calle Casablanca, con centenares de ruedas de prensa, explicaciones por parte del concejal de Seguridad, el sindicato de Policías, la Asociación de Vecinos, la de Comerciantes… un despliegue solidario avasallador y desbordante con esos vecinos nuestros que pasan miedo cada noche entre okupas, drogadictos, rateros, chulos y mala gente. ¿No? ¿Nada de nada? Debe ser porque no existe ningún ránking de calles inseguras. Lo único que se les ha dicho es “denuncien, presenten denuncias”. ¿Qué nos está pasando?

¿QUÉ SERÁ DE DON FERNANDO? Hace ya varios meses que del pequeño jardín de la cuesta del Gurugú, y con la excusa de su remodelación, se llevaron los miembros de la Brigada de Obras el monumento que allí había dedicado, por la Escola d’Art, al maestro del color Don Fernando Cabrera Cantó. Han pasado los días, las semanas, los meses y nada se sabe del monumento. Al parecer se trabaja en su traslado a un emplazamiento mejor, quizá sin cuesta, pero sin prisas, que ya se sabe que si por algo se caracteriza la gestión municipal (a excepción del eje ciclopeatonal premiado) es por la aburrida parsimonia al ralentí de la resolución de los temas. Tranquilos que el 175 aniversario de su nacimiento es en 2041. Queda tiempo.

UNA ALEGRÍA. Y una felicitación de justicia. El acceso Sur a la ciudad desde la autovía ya está señalizado de nuevo. Desconocemos si el cartel ha sido realizado en China y trasladado a pie, pero después de muchos meses sin señalización, por fin, en la rotonda aparece una señal indicando la salida hacia Alcoy y la Universidad. Tardó pero llegó. Ahora solo falta la iluminación que, según la experiencia acumulada, habrá que esperar hasta el próximo eclipse triangular de la luna.

LA SANCIÓN. La oposición debería vigilar con mucha atención las cuentas con la empresa adjudicataria del servicio de la limpieza viaria y recogida de basuras. Con toda la buena voluntad y el corazón en la mano, quiero creerme que realmente va a pagar 33.000 euros de sanción por retrasarse en aplicar la nueva maquinaria comprometida. Quiero pero me cuesta mucho creérmelo. La multinacional que nos limpia las calles no cede un céntimo de euro ni para el Día de la Madre. Tengo el presentimiento, quizá totalmente equivocado, que si paga la sanción se la cobrará con creces con cualquier menudencia. No sé por qué será que desconfío.

RAMÓN CLIMENT VAELLO. Periodista en reposo

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