Cómo actuar cuando nuestro perro tiene miedo

VANESA CARBONELL, educadora y entrenadora canina.

El miedo, esa puñetera emoción de la que ya hablamos hace unos meses y que nos trae tantos problemas, no solo a la hora de tener un perro sino con nuestros propios hijos e incluso con nosotros mismos. Una de las preguntas que más nos realizan los propietarios de canes es cómo deben actuar cuando su perro está asustado. Muchos han recibido el consejo de ignorarlos, e incluso de mantenerlos en la situación que lo genera para que “se acostumbren”. La realidad es que es muy complicado que un perro se acostumbre a un estímulo que le genera temor –dígase petardos, tormentas, un bolsa negra o el señor del sombrero que pasa cada día por delante de casa– si no actuamos para facilitar o acelerar el proceso.

Puede ser que algunos perros terminen entendiendo, tras varias repeticiones
–dígase tras muchos días pasando el señor del sombrero por delante de casa– que no ocurre nada malo en presencia de ese estímulo, por lo que no hay que tenerle miedo. Pero lo que suele ocurrir por desgracia no es eso, sino que el perro, ante la primera, segunda o tercera visualización del estímulo que le genera temor, produce una respuesta –dependiendo de individuos puede ser esconderse, puede ser gruñir o incluso puede ser abalanzarse contra la ventana de casa–, generando un proceso que se llama condicionamiento supersticioso, que le hace creer al perro que cuando pasa el señor del sombrero no pasa nada malo porque él está realizando esa conducta –esconderse, gruñir o lanzarse contra la ventana–; por lo que el proceso de “acostumbrarse a” o habituación como se suele llamar, nunca ocurre .

Lo primero que tenemos que entender del miedo es que es una emoción, por lo tanto es algo involuntario. Cuando reforzamos algo, estamos reforzando una conducta o comportamiento, no una emoción. Las emociones no se pueden reforzar; una emoción es algo que sentimos, una conducta algo que hacemos.

¿Qué pasa entonces si le doy premios a mi perro cuando está asustado? La respuesta es: depende. ¿Qué conducta está mostrando tu perro cuando tiene miedo? ¿Está ladrando? ¿Está buscando cobijo en ti? ¿O está simplemente tolerando de forma incómoda la presencia del estímulo sin mostrar ninguna reacción?

Si la conducta que muestra es agresividad en forma de ladridos o gruñidos, no le des premios, ya que ahí sí estarías reforzando una conducta que no queremos que se repita. En cambio, si realizas bien la jerarquía de respuesta del miedo y vas avanzando muy progresivamente, tendrás la oportunidad de reforzar conductas no agresivas en presencia del estímulo.

Pongamos un ejemplo con humanos: Imagínate que vas a un partido de fútbol. Estás disfrutando del ambiente y de repente ves una araña en la pierna de tu amigo. ¡Te dan pánico las arañas! Nada más ves la araña, te doy 100 euros. La araña se va. Repetimos esta situación muchas veces. ¿Qué ocurre en un determinado momento cuando vuelve a aparecer la araña? Que tú me extiendes la mano, te anticipas a la recompensa. La araña se ha asociado con la entrega de dinero. ¿Qué yo te pague cuando ves una araña te ha incrementado el miedo a las arañas? No, siempre que yo haya sido lo suficientemente rápida para entregarte los 100 euros antes de que mostraras alguna conducta de pánico.

Si en lugar de eso, yo te hubiera entregado el dinero más tarde, después de que saltaras del asiento y gritaras; tampoco te habría reforzado el miedo, pero sí te habría reforzado esas conductas. De hecho, seguramente la emoción del miedo habría disminuido ya que estaría asociado –aunque en este caso, por segundo orden–, a la realización de una conducta determinada y la posterior entrega de dinero. Pero de esa forma yo estaría fomentando que reaccionaras siempre así cuando vieras una araña. Exactamente igual que si reforzamos a un perro cuando está asustado mientras ladra; sin querer, estás reforzando esa conducta y produciendo que tienda a repetirse bajo el discriminativo clave, el estímulo que le asusta.

Por ello, como siempre repetimos en nuestras clases de ciencia del comportamiento; lo importante a la hora de modificar una conducta indeseada es poder anticiparse, y poder enseñar una respuesta alternativa correcta que sí te pueda y me interese reforzar.

En el caso de la araña, simplemente el permanecer tranquila sentada. A su vez, no solo estoy enseñando una conducta alternativa correcta, sino que cada repetición que hago de “araña = 100 euros”, está creando una nueva respuesta emocional encima de la respuesta de miedo; la que nos produce el dinero –¿se podría decir felicidad? Como queráis llamarle.

Por lo que, cada vez que veas a tu perro asustado analiza qué conductas está ofreciendo, y si te interesa reforzarlas, puedes acariciarle y entregarle premios sin problema. Si no te interesa reforzarlas, baja el nivel de dificultad –puede ser la distancia del estímulo, la intensidad con la que se produce como en el caso de sonidos, etc.– y encuentra una situación en la que aparezcan comportamientos alternativos que sí puedas reforzar, como la calma.

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