El bipartidismo no es malo, lo son los políticos

Llevamos mucho tiempo escuchando, leyendo, y opinando sobre algo con lo que hemos convivido los últimos casi cuarenta años: EL BIPARTIDISMO político.

Ha llegado el momento en que la sensación dominante es la de que dicho sistema ha llegado a su fin. Los sondeos electorales y las encuestas, en sintonía con las diversas opiniones, más o menos autorizadas, así parece que lo indican, por lo que vamos asimilando que debe de ser así.

Asumiendo que ya en los años sesenta del pasado siglo se encauzo el futuro desde el propio régimen anterior, previendo para el país una posible democracia asumida por dos grandes partidos: uno conservador (por supuesto) y otro liberal (con las connotaciones de aquella época), incluso con aquellas miras en aras de conservar la esencia, que no el sistema, opino que el bipartidismo, en sí, no es un mal modelo.

Como no podía ser de otra manera (ni el bunker, ni el ejército lo hubieran consentido) así se hizo en la Transición, contando siempre con que ambos partidos observarían unas normas cuyos límites estaban obligados a respetar. La democracia siguió su curso, y ya conocemos toda la historia hasta el día de hoy.

Me reafirmo en que el bipartidismo, en sí, no es un mal modelo, aunque ahora, y tras observar la situación del país y de nuestra sociedad, parezca que haya sido el responsable de todo este caos que vivimos.

Este país es muy parecido a otros, tiene sus valores, sus peculiaridades, y sus necesidades, pero no es, políticamente hablando, tan diferente a los demás. El bipartidismo está vigente en muchos países, y funciona en los de más arraigada tradición democrática. Pienso, sinceramente, que en España, debiera de haber funcionado sin ningún tipo de problemas.

Pero sí que había – y persiste- un problema. Y ese es, a mi juicio, la causa por la que hemos derivado en un sistema caduco, viciado, y, definitivamente, inservible.

Una cosa es el sistema político, con sus modos, sus normas, sus instituciones, y otra cosa, bien distinta, son los políticos. Ahí es donde este país ha fallado estrepitosamente, y los responsables tienen nombres y apellidos.

Es España un país donde la picaresca está instalada de manera inevitable y perenne. Los españoles somos de los que pensamos que: “… el de detrás de la barra nos cobra de más…”, y el que está detrás de la misma piensa que… “este tipo seguro que quiere irse sin pagar…”
O sea, que tanto unos como otros, somos picaros de nacimiento. Pero este gen tan espabilado se convierte en un gen tan sinvergüenza –en muchos casos- que acabamos por aspirar a nuestro beneficio, aún a costa de perjudicar seriamente al de enfrente.

La gran mayoría de la clase política de este país, y cuanto más relevante, más ostensible, ha derivado en entender la política como un camino –o atajo- para medrar, obtener pingües beneficios, y no trabajar. Ya dice el refrán… “…que de trabajar, no se hace uno rico…”
Volviendo a lo que nos ocupa, pienso sinceramente que el sistema bipartidista, y por consiguiente, todo lo concerniente a la política de este país, ha estado enmarañado, manipulado, y secuestrado por esta estirpe (llamarlos casta me dejaría marcado) de sinvergüenzas, de chorizos, y de delincuentes.

No creo equivocarme mucho al decir que estos personajes que han utilizado la política como trampolín para sus intereses –obviando siempre el interés de la ciudadanía- han sido el elemento más nefasto que ha tenido España en estos años. Ellos, la inmensa mayoría de los políticos, en connivencia con los intereses de los grandes empresarios, de la banca, y de cualquier estamento u organización que les reportara beneficios y bienestar, son los que han hundido el sistema, el bipartidismo… y el país.

Son ellos, la clase política, donde son minoría los políticos de carrera, los que han consentido que el Estado, por errores, por incompetencia, o por luchas ideológicas pueriles, haya quedado desmantelado casi en su totalidad.

Aunque la mayoría de las veces ha sido por su avaricia, por su interés personal y de partido, por el enchufismo, por el amiguismo… acabando por convertirlo en una estructura sobre dimensionada, a todas luces ineficaz, y donde la ingeniería que ellos mismos han fabricado, deja tantas grietas y tantos resquicios, que han permitido que se haya perdido prácticamente todo… hacia sus bolsillos, hacia sus cuentas, incrementando enormemente unos patrimonios a todas luces ilegítimos.
En efecto, el bipartidismo ha quedado inservible. Al margen de nuevos pactos entre estos dos partidos carcomidos por la corrupción y el gansterismo, ante el auge de otros, como PODEMOS, con otras maneras de hacer política. Al menos, en principio.

Nuestros hijos deberían estudiar este fenómeno, de como un buen sistema político fue aniquilado por sus propios hijos, por los propios políticos.

Pienso que con estos políticos, los actuales, no es viable ningún sistema, por su incapacidad, por su idea de lo que es la política y el servicio a la sociedad, por su escasa decencia y dignidad, y sobre todo, porque es posible que quede poco por saquear…y entonces, no les será atractivo…

Con la llegada de PODEMOS han tocado a generala, han tenido que levantarse del sillón, y han tenido que ponerse a trabajar… pero han llegado tarde, ya no pueden salvar ni los muebles… su manera de entender y llevar a cabo la política, es ya inservible… y ellos, también…
Solo les queda una esperanza, que muchos miles de votantes españoles, que siguen entendiendo los partidos políticos como si equipos de futbol se tratara, les seguirá votando, hagan lo que hagan, nos engañen más o menos, nos dejen en la miseria antes, o después…el caso es que ganen los suyos…

Se ha de votar con sentido, no con los colores del equipo pintados en el cerebro. El futbol es apasionante, pero el que nos gobiernen adecuadamente, es innegociable.

Siempre he pensado que los españoles debimos hacer algo mal y muy gordo en otra vida… No puede ser que el país preferido de la Virgen (tenemos más de 300 diferentes) esté tan abandonado de la mano de Dios y nos haya entregado –siempre- el lote de los peores políticos…
Creo que necesitamos un cambio. El sistema político, la propia Constitución, las Instituciones, han quedado obsoletos. El tejido político, necesita una renovación prácticamente total, y sobre todo, necesitamos una generación de ciudadanos que dejemos de mirar a otro lado cuando lo que se cuece es nuestra forma de vida y nuestro futuro.

Para ello, necesitamos ayudar a crear una nueva clase política, formada por personas honradas, con espíritu de servicio a la sociedad, y que se conforme con ganar y acumular lo estrictamente correcto. Volver a las andadas, sería ya, cavar nuestras propias fosas…
Como dijo Theodore Roosvelt: “Una gran democracia debe progresar, o pronto dejará de ser grande o democracia…”

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