Entrenamiento y educación: ¿Solución a todo?

Vanesa Carbonell, educadora/entrenadora canina de Diéresis Animal

EsComo en muchas otras profesiones, el entrenador canino se ve constantemente en situaciones de “consultas ambulantes”. Desde algún ex alumno que te cruzas por la calle hasta el amigo de un amigo, que acabas de conocer, y que se ha enterado de que trabajas con perros… “Oye, mi perro ladra mucho, ¿qué puedo hacer para que deje de hacerlo?”

Como ya muchos de vosotros sabréis, es imposible responder a una consulta ambulante, ya que ni tenemos los datos necesarios, y sobre todo lo más importante, no hemos visto al perro.

Pero de lo que hoy quiero hablar no es de éste tipo de situaciones que muchísimos profesionales de diferentes ámbitos vemos cada día, sino de algo muy importante que quizá mucha gente no sepa; ésto es, el alcance de la educación canina y/o modificación de conducta.

La pregunta a la que más me enfrento cuando alguien me consulta sobre nuestros servicios de modificación de conducta o incluso los cursos de educación básica es: ¿pero entonces, el problema se solucionará? La respuesta es: no lo sé. Y digo no lo sé, porque es la realidad. La educación y/o modificación de conducta en perros, al igual que en las personas, no es 100% efectiva, porque como ya sabemos, ningún ser vivo es resultado únicamente de su aprendizaje; todos, absolutamente todos, somos 50% genética – 50% ambiente (aprendizaje). Ésto quiere decir, que nosotros modificamos comportamientos en relación a una base genética y/o un desarrollo evolutivo, que nos marca unos límites. Pongamos un ejemplo para comprenderlo mejor.

Boby es un perro mestizo de Border Collie y pastor alemán, actualmente tiene 1 año – pleno estallido de la adolescencia -. Su propietario nos contacta porque Boby tiene comportamientos que quieren modificar, entre ellos están su miedo a los sonidos, su reactividad con algún tipo de perros, los paseos tirando de la correa, y sus conductas destructivas en casa. En este caso ya tenemos algo de información, ya que sabemos la mezcla de razas que porta Boby, y por tanto, sus aportaciones genéticas más probables. Sabemos que los Border collie son muy – pero muy – sensibles con los sonidos, y que cualquier perro pastor es sensible en general con todo lo nuevo – ésto se suele traducir en reactividades si no se socializan correctamente cuando son cachorros -. La edad también nos da información valiosa, ya que los perros – al igual que muchos otros animales, incluidos nosotros -, tienen el período adolescente, que es tremendamente importante, ya que produce cambios muy notorios a nivel del sistema nervioso central, cambios hormonales, etc. La edad también nos dice que ya no nos encontramos en un período “ideal” de aprendizaje para los miedos que presenta Boby, ya que ese tipo de aprendizajes serían ideales para trabajar entre los dos y cinco meses – período de socialización en los canes -. Todo de lo que hemos hablado hasta ahora es la parte genética que porta Boby, es decir, las cuestiones que no podemos modificar. No podemos cambiar la sensibilidad que portan esas razas, ni podemos dar marcha atrás en el tiempo e intentar que no coja esos miedos en su período de cachorro; por lo que ya estamos limitados. Los propietarios de Boby, como muchos otros, me preguntan: ¿pero con el curso conseguiremos que se le vayan los miedos? La respuesta, como ya hemos dicho es: no lo sé. No podemos predecir si con entrenamiento y educación Boby va a ser capaz de superar sus miedos, y si es capaz de superarlos, tampoco podemos predecir que esos cambios se mantengan a largo plazo si no se reentrenan constantemente – lo más común cuando hablamos de miedos es que si dejamos de entrenar la exposición positivizada a éstos, reaparezcan -. Sí conocemos los procesos de modificación de conducta científicamente probados para eliminar miedos que funcionan, en una medida u otra, con todos los animales. Solo nos queda ponernos manos a la obra y entrenar.

Por lo tanto, la respuesta a nuestro título de hoy es: no. El entrenamiento y la educación no pueden solucionar todos los problemas, ya que siempre vamos a estar limitados por las aportaciones genéticas que porten nuestros perros. Ésto es algo que frustra mucho a los propietarios, porque dentro del mundo canino tenemos diversidad de aportaciones genéticas – llamadas razas -, y cada una de ellas presenta unas ventajas y unas desventajas a la hora de la convivencia con personas. Muchos propietarios se frustran por el hecho de que a un perro la modificación de conducta le funcione de maravilla y solucionen el problema, y al suyo no le funcione tan bien. Los perros, a parte de su base genética, también tienen individualidades, es decir, que no hay dos perros iguales; aunque compartan la raza.

¿Solución para prevenir la mayor parte de problemas? Como siempre decimos, realizar un curso del cachorro. Esta formación es muy importante a la hora de tener un perro, ya que no solo aprenderás cómo aprende un perro y cómo socializarle correctamente con cantidad de estímulos para prevenir miedos y futuras reactividades, sino que un profesional conocerá a tu perro y te orientará en base a su genética como raza o mezcla de razas, pero también sobre todo en base a su individualidad. La etapa de aprendizaje o también conocida como período de socialización, es la única oportunidad que nos brinda la naturaleza para poder “moldear” la genética de nuestro perro para poder adaptarle lo mejor posible al estilo de vida que le ha tocado vivir, que no olvidemos, es totalmente artificial y antinatural para nuestros compañeros de cuatro patas.

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