La adopción de un perro: pautas a seguir cuando es un cachorro

DANIEL PÉREZ.

El comentario más recurrente que nos encontramos cuando viene alguien a adoptar un cachorro a la Protectora es “quiero que sea cachorro para que se adapte mejor a mi”. Es una comparativa muy habitual suponer que un perro joven se adapta mejor que un perro adulto, vamos a ver qué diferencias hay entre un perro adulto y un cachorro y que cosas deberemos tener en cuenta al introducir un cachorro en casa.

En primer lugar, ese mito que hemos comentado de que un cachorro se adapta mejor o crea más vínculos con uno mismo, por el hecho de ser cachorro, es totalmente infundado. Un cachorro y un adulto se adaptan y tienen exactamente el mismo vínculo con nosotros indistintamente a su edad. Las diferencias principales entre uno y otro estriban principalmente en la actividad y en la educación. Un cachorro, a partir de los dos meses, que es la edad recomendada para tenerlo, siempre va a ser más activo que un perro adulto, en la mayoría de casos será mucho más curioso y mucho más difícil de controlar que un perro adulto, porque no tienen la misma capacidad de concentración que estos últimos y necesitan “descubrir” las cosas, al igual que les pasa a los niños humanos.

En cuanto a la educación, un cachorro necesita de más paciencia a la hora de educarlo, cualquier cosa que deseemos enseñarle siempre deberá ser en sesiones muy cortas porque se aburren con muchísima facilidad, y perder la paciencia con ellos o insistir solo conseguirá crearle frustración y rechazo hacia lo que estemos haciendo; en perros adultos podremos “estirar” mucho más estas sesiones porque tienen un aguante superior.

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Pautas que debemos seguir a la hora de adoptar un cachorro:

– La capacidad de aguante de un cachorro a la hora de hacer sus necesidades, hasta los seis meses aproximadamente, dependiendo del perro, son muy escasas. Durante los primeros meses necesitará paseos abundantes, cada dos-tres horas, para minimizar las veces que lo pueda hacer en casa (que siempre se le escapara alguna), teniendo en cuenta que los momentos más importantes en que con seguridad hará algo son, al despertar, después de comer, y después de una actividad intensa; para los momentos en los que no pueda aguantarse o si no podemos tener tanta regularidad en los paseos, podemos colocar un empapador (o periódicos) en algún sitio en que no moleste y donde tenga acceso siempre, y acostumbrarlo a ir allí, si lo llevamos en los momentos clave, al levantarse por ejemplo y tenemos la paciencia de aguantarlo encima del empapador hasta que lo haga y le premiamos, se habituara rápidamente a ir siempre a ese mismo sitio; con el transcurso de los meses podemos retirarlo directamente o bien ir haciendo un acercamiento del empapador a la calle, es decir, acercarlo a la puerta de casa y finalmente bajarlo a la calle para que lo haga allí (por muy cómico que pueda resultar).

Es muy importante que siempre que haga sus necesidades donde corresponde, especialmente en la calle, llevemos premios con nosotros para premiarlo y felicitarle con alegría por haberlo hecho bien, para motivarlo a repetir. En los casos en que se haga en algún sitio que no deba, en los primeros meses no es muy conveniente reñirlo, lo hace porque no lo puede evitar, como un niño, y reñirle podría crear conductas indeseadas como esconderlo o incluso comérselo para evitar la riña.

– La socialización es algo muy importante en esta etapa de cachorro, el primer mes y medio de vida o dos meses, fundamentalmente se socializa con la madre y los hermanos (salvo el caso de cachorros abandonados) donde se aprenden pautas de conducta, inhibición de la mordida… a partir de ahí, hasta los tres meses de edad, es la etapa más importante de socialización con el ambiente, que es cuando nosotros ya lo tenemos. En este periodo, es cuando debe habituarse a todo lo que podamos: trafico, ruidos de todo tipo, personas, otros perros y otros animales, cualquier cosa.

Es muy conveniente que lo saquemos a la calle, con precaución, ya que las defensas son más bajas en cachorros, no lo llevemos por ejemplo a sitios con un exceso de perros, pero si puede andar por las calles intentando que no chupe ni toque sitios con orines, y siempre teniendo en cuenta que tiene que tener las vacunaciones estrictamente al día, para evitar problemas.

– Es importante que aprenda a que lo manipulen, que le toquemos a menudo las uñas, las orejas, la boca… todo ello hará que el día de mañana, especialmente en cuanto al veterinario, resulte menos traumático para él.

– En cuanto a la convivencia en casa, debe tener agua fresca siempre puesta, pero en cambio con la comida deberemos establecerle un horario y ponerle la comida dentro de ese horario. En caso de darle pienso, la dosis que tengamos recomendada diaria para él, preferiblemente partido en dos tomas, se la pondremos en el horario que consideremos y lo retiraremos cuando pase un tiempo razonable, 20-30 minutos, para que se acostumbre a comer en un horario concreto.

Es conveniente que tenga juguetes, pero no hay que exagerar, más de 2-3 juguetes ya es un exceso. Pero es conveniente que tenga cosas que pueda morder y con las que se pueda entretener.

Es inevitable que muerda cosas, especialmente cuando están cambiando los dientes, es una etapa que hay que superar con mucha paciencia, y hay que evitar, en la medida de lo posible, dejarle cosas al alcance que pueda comerse o romper, zapatillas, calcetines, libros…. para no tentar a la suerte.

– Es muy importante que no fomentemos actitudes que nos llegaran a molestar cuando sean adultos, como por ejemplo mordisquear en las manos. Hay que evitar que se acostumbre a mordernos, o incluso dejarle que se levante con las patitas para apoyarse en nosotros, son actitudes que cuando se hagan adultos habremos reforzado tanto que continuaran haciéndolo (a nosotros y a todo el mundo) y en ese momento si que nos molestaran, especialmente en perros grandes. Con lo cual, tanto si nos muerde jugando, como si se planta para saludarnos, lo más conveniente sería ignorarlo (no reñirlo) incluso dejar de jugar e irnos a otra habitación para que note que no hay recompensa por hacer esas cosas, y una vez este más calmado o en una actitud más positiva felicitarlo.

En definitiva, para educar a un cachorro de la mejor forma posible, es conveniente que nos acostumbremos a felicitarle todo aquello que haga bien, e ignorar las conductas negativas para que no las repita. Pero sobre todo tener mucha, mucha paciencia para enseñarle cualquier cosa y no forzarlo.

No obstante, teniendo en cuenta que esta guía es simplemente una orientación, ante cualquier actitud inadecuada o que no sepamos resolver lo mejor es que acudamos a un educador canino para que nos aconseje las pautas a seguir.

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