M’agradaria

Me gustaría escribir este texto en valenciano, ya que es mi lengua materna, sí puedo hacerlo en castellano, y en francés. Cuando iba al colegio, estaba obligada a hablar en castellano, o sea con la lengua “oficial”, ya que se me decía: “Una niña bien no debe de hablar en valenciano” y no digamos las monjas que se preocupaban de que fuese “una niña bien”.

A parte de no saber lo que esa expresión significa, ni entonces no ahora, me puse muy atenta y a la búsqueda de lo que significaba “una niña de bien”.

Resulta que tenía que ir bien vestida, con hermosos zapatos y calcetines adecuados, las trencitas bien hechitas así como el flequillo y hablar con un “vaya, vaya” que decíamos “bayoso”.

Las frutas que hoy los campesinos echan a los cerdos, se vendían en el mercado a precio económico, fruta que yo debía de pelar y llegar a poder cubrir todo un plato, para que ese postre fuera suficiente para todos los de casa.
.-¡Mama, esta manzana tiene un gusano!¿la tiro a la basura?
.-¡En absoluto! Redondea el espacio donde anida el gusano y el resto lo comemos ¿tu que crees que los gusanos están tontos? Ellos escogen las frutas mejores, más dulces.

Y cuando los pies rozaban la tierra porque la plantilla estaba perforada, la mama decía levanta un poco el pie y ya el fin de semana te compro un par de zapatillas. Real como la vida misma, se puede decir e ir a buscar eso de ser “una niña distinguida” algo que nunca me ha cuadrado.

Con 19 años emigré con mi familia a Francia. Trabaje cuidando niños en varias familias francesas muy distinguidas que me enseñaron una bella dicción de la lengua gala y ya cuando mis padres volvieron a España, me casé con el novio de toda la vida y me puse a trabajar en un taller de confección y después cogía el metro para asistir a la Universidad, y los fines de semana turismo en la ciudad “Luz”, la más bella del mundo, por su historia, sus monumentos, su arte y cultura. Lo dijo Henri III de Navarra, IV de Francia que “París bien vaut une messe”cuando se convirtió en el yerno de la muy católica Catherine de Medicis.

Tanto por el trabajo, como luego en los estudios pude tratar a todo tipo de persona, marroquines, argelinos, belgas, italiano, polacos, ingleses, alemanes etc. Si después de las clases bajabas a cenar en el Sef-servis, unos días lo hacías con un matrimonio judio, un persa, un senegales como al día siguiente con otro grupo de gente diferente, personas de religiones, etnias y culturas diversas.

Estas vivencias y muchas otras también, han motivado mi silencio entorno al problema catalán, que la verdad sea dicha, no acabo de entender. Sí que creo en que la identidad de las personas, de los pueblos, su fondo histórico y cultural es algo que las identifica, en cuanto al resto, no tengo ni idea, pero siempre apuesto por el sentido común, aunque no sea el más común de los sentidos.

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