Prohibido el paso

Parece que poco a poco empezamos a retomar nuestra vida cotidiana, este mes que para muchos tiene más cuesta que un puerto especial de esos que los ciclistas suben con sus bicicletas en la Vuelta a España. Matrícula del cole, libros ,la ropa que no le entra a nuestros hijos por el típico “estirón” del mes de Agosto , cambiar o reparar algo de casa , el IBI, recibo de la basura, y así un largo etcétera; dicen del primer mes del año, la cuesta de Enero, y para mí este le supera. Le llamaría , la cuesta del Tourmalet.

Pero también hay cosas buenas, el reencuentro con amigos , familia, nueva temporada de fútbol, u , otros deportes, el trabajo, del cual nos quejamos y es tan necesario en nuestras vidas. Y como he dicho antes, un largo etcétera.

Este año, mi primogénito empieza un nuevo curso de Técnico de Ayuda al Dependiente. Es un “don” que tiene el de cuidar a ancianos, niños y sobre todo a las personas con discapacidad. Y le tengo que dar las gracias porque él me hacer ver las necesidades de estas personas. Ellos no desean nuestra compasión, no quieren escuchar la típica palabra de: “Pobrecitos”.

Ellos quieren respeto, estoy muy harto de ver en los hipermercados los coches aparcados en la zona reservada para minusválidos, gente sin vergüenza que delante de su negocio tiene un lugar pintado de azul con una persona sentada en una silla de ruedas y su correspondiente placa de tráfico, que aprovechan para aparcar, y si algún policía se detiene a denunciar, salen de inmediato a retirar el vehículo con la escusa de: – Lo dejé un momento.

Uno no se da cuenta del mal que hace, hasta que no lo vive en sus carnes o en las de algún conocido. Tenemos unos amigos con tres hijos, tienen la difícil edad de la pre-adolescencia. Dos mocetones y una preciosa jovencita con una mirada más limpia y transparente que las puras aguas que nacen en los montes de nuestro país. Es inteligente, trabajadora y ella toda, es amor. Las circunstancias de la vida hacen que tenga que ir en silla de ruedas, dependiendo para todo de su papá, por fuerza y tiempo, de sus hermanos y como no, de su mamá, que después del trabajo, tiene que ayudar a su esposo a llevar la casa. Ellos tienen grandes problemas, tan sólo con algo sencillo y cotidiano, por ejemplo, como cruzar la calle. Muchas son las veces que su papá tiene que llevarla en brazos y luego pasar la silla, la jovencita se lo toma a risa y le ruega a su papá que no se enfade, con un tierno beso. Sin querer, con nuestras negligencias, en la mayoría de casos, escribimos un gran cartel que dice: Prohibido el paso. Esto es un simple ejemplo, pero podría contar muchos más. Así como la falta de ayudas de las instituciones, cosa en la que no me voy a meter por falta de conocimientos. O hablar de aquellos que escarnecen o se burlan de los que tienen alguna deficiencia física o síquica, gente sin corazón, sin escrúpulos, capaces de engañarlos por unos miserables euros.

A todo esto me vienen las palabras de S. Mateo en las que dice: “Así pues, haced con los demás lo mismo que queréis que los otros hagan con vosotros”.

Y para aquellos que se sientan en sufrimiento, angustiados, cansados….palabras del mismo Jesús: “Venid a mí todos los que estáis cansados y agobiados, y yo os haré descansar”.

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