Audición

La pasada semana asistí, junto a varios miembros de mi familia, a la audición de violín que dieron un amplio grupo de alumnos del Conservatorio de música y danza de nuestra ciudad, entre ellos se encontraba uno de mis nietos. Familiares más o menos directos de los educandos llenamos hasta la bandera el pequeño salón del segundo piso, con personas de pie incluso, aunque ya sabemos que el aforo del local no es como para acoger a una multitud. La audición me sirvió para recorrer otra vez el edificio del número 2 de la calle Joan Cantó, construido a principios del pasado siglo XX por Enrique García Peidro, que junto sus hermanos Salvador y Rafael fundaron la empresa textil conocida como “Escaló”.

Contemplar desde el exterior las fachadas de la casa, tanto la frontal como los laterales de la singular construcción que forma parte destacada del patrimonio modernista de Alcoy es una gozada, un lujo para la vista. Los sillares que forman los muros del conjunto alternan el rústico con el trabajado y los dos miradores de las esquinas y las ventanas, además de la puerta principal y las laterales de entrada de carruajes son de hierro fundido, piezas artísticas fabricadas en un pueblo que desde mediados del siglo XIX y comienzos del XX fue una potencia en fundiciones y otras empresas metalúrgicas que ya han desaparecido, probablemente para siempre.
Subiendo y bajando por la escalera de la casa se capta el mérito que tuvo quien la proyectó, el arquitecto alcoyano Vicente Pascual Pérez. El escritor y periodista Rafael Coloma señala en su libro “100 alcoyanos insignes” que este arquitecto fue autor de “…la casa de Cabrera, en la calle San Nicolás, la de García en Juan Cantó, reformas de la Casa de la Bolla (Textil Alcoyana) y de la Glorieta, Monte de Piedad (edificio que el Banco de Sabadell no sabe qué hacer con él), Plaza de Toros (víctima de la piqueta), Hidroeléctrica Española (Hotel AC), chalet de Carlos Pérez (El Teix)…” además de muchas casas situadas en las calles San Nicolás, País Valencià e importantes obras en otros pueblos.

La espléndida escalera del edificio de Joan Cantó, con barandillas de hierro fundido con un singular dibujo y pasamanos de madera son una maravilla igual que los dibujos de las paredes y los techos, también los pavimentos. Desde la estancia del pequeño salón que fue el comedor principal de la familia pude comprobar que los jardines de la casa solariega están limpios de hierbas aunque las plantas brillan por su ausencia. Hace algún tiempo se habló de abrirlos al público pero no creo que sea una buena idea ya que el espacio es pequeño aunque su acceso, a través de una escalera de piedra ubicada en su cara norte, es independiente de la casa. El interior de lo que hoy es Conservatorio municipal está bien cuidado pero la mayoría de las rejas exteriores y las puertas laterales muestran señales de oxidación y algún desperfecto, una cuestión que debería solventarse.

La política de compra de casas, fincas y fábricas emblemáticas que llevó a cabo el Ayuntamiento de Alcoy durante los veinte últimos años del pasado siglo XX bajo la alcaldía del socialista Pepe Sanus, además de enriquecer el patrimonio municipal ha impedido que edificios soberbios, legado de un pasado que desde el punto de vista urbanístico fue mejor, cayesen bajo la lacra de la especulación inmobiliaria y de paso reconvirtió antiguas casonas, fábricas y talleres en modernos servicios para los ciudadanos de este pueblo. Desde la sede social de Papeleras Reunidas (Aitex), hasta industrias como Ferrándiz o Carbonell (EPSA), pasando por Bernabéu y Compañía (Centro de especialidades La Fábrica), Finca La Bassa (Centro de Salud), chalet de Carlos Pérez (El Teix), masías Romeral y Arsenal (Colegio Público), Talleres de Barchellet (hoy sede de cuatro filaes), casona de Pintor Casanova 10 (Medi Ambient), Preventorio Mariola La Asunción (Residencia asistida), Fundiciones Vilaplana (Estación de autobuses), el Collao (campo municipal)…, son ejemplos de una política de inmensa rentabilidad social. Y no cito las múltiples obras públicas que ejecutó este alcalde en las últimas dos décadas del pasado siglo; llenarían un libro.

Esto pensaba cuando husmeé por la casa “Escaló”, mientras los estudiantes tocaban el violín.

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