Bermejo Seco, para maridar con pericana o anchoas

Cuando uno mira los viñedos de Lanzarote desde el aire, la vista se desplaza hacia los cráteres de marte. Un paisaje único, lleno de cráteres excavados por el ser humano, de suelos volcánicos, pobres en materia orgánica, ricos en sulfatos, que hacen casi imposible el desarrollo de la agricultura.

Tras las erupciones sufridas en la isla entre 1731 y 1736, la superficie agraria menguó en un 40%. Los suelos fértiles quedaron enterrados en lava y gran parte de la población de la isla hubo de emigrar. Los pocos que permanecieron, reconvirtieron la superficie, decidieron excavar varios metros de profundidad y plantar allí la vid, una planta capaz de vivir en suelos tan pobres y con tan alta cantidad de azufre. La amplia capa de grava permitió un mayor aprovechamiento de las escasas lluvias, ya que no permitía que los rayos del sol secasen el suelo…

Fue así como se empezó a crear en Lanzarote esta imagen única y esta viticultura llamada y reconocida como heroica.

Solo un factor más atormentaba a los agricultores de la época: los vientos secos procedentes del Sahara. Los cuales secaban las vides y no permitían su desarrollo. Y para ello decidieron crear muros de piedra a su alrededor, para que sus plantas y su nueva forma de vida llegase a buen puerto…

Por si todas estas complicaciones no fueran suficientes, las cepas producen apenas kilo o kilo y medio de uva. Un cultivo más emocional que rentable, donde cientos de minifundios componen el viñedo lanzaroteño, y solo una quincena de bodegas elaboran sus caldos.

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200 años después, estos viñedos siguen estando en píe, las cepas crecen a varios metros por debajo de la superficie y sus vinos empiezan a despuntar en el mercado vinícola español. Gran parte de este reconocimiento nacional, proviene de Bodegas Bermejo, que supone la segunda bodega en producción de la zona, con varias hectáreas propias y cientos de viticultores que les venden la uva.

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La variedad por antonomasia de Lanzarote es la Malvasía, variedad blanca traída por los emigrantes de la península a su paso, antes de su viaje al nuevo mundo. Es una variedad aromática, muy mineral y despuntes florales.

Su boca es sedosa y fresca, pero persistente, invitándonos a seguir bebiendo.

Se dice del vino que es capaz de recoger en una botella lo ocurrido en un lugar en un año. Con los vinos de Lanzarote, logramos descubrir y encontrar lo ocurrido en varios siglos.

Salud!

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