El Mirón. SALVA PÉREZ. Profesor de Formación Vial

Érase una vez un Mirón que deseaba visitar la ciudad de Alcoy y ver en primera persona sus fiestas de moros y cristianos. Para ello, el Mirón, muy meticuloso, se documenta sobre la historia de la fiesta.

“Cuenta la leyenda que un día del siglo XIII la amurallada villa de Alcoy fue atacada por las huestes de la media luna, con el caudillo Al-Azraq a la cabeza. Cuando la batalla parecía perdida por los alcodianos un resplandor apareció por encima de las almenas de la muralla. Aquellos que vieron el lustre cuentan que, tras el haz luminoso, un joven con indumentaria de guerrero y a lomos de un caballo blanco, lanzaba flechas contra los moriscos. Una de esas flechas alcanzó al caudillo produciéndole la muerte. Con el fallecimiento de Al-Azraq las tropas musulmanas se retiraron y la villa de Alcoy quedó liberada. Años más tarde los alcoyanos quisieron honrar al joven guerrero por la milagrosa aparición que salvó nuestra ciudad de las infames manos de Al-Azraq, creando una capilla y una festividad en su honor.

La festividad comenzó siendo un acto religioso. Más tarde, en la Guerra de Sucesión, la fiesta tuvo que ser suprimida. Después de algunos años se vuelve a celebrar la festividad con una reestructuración: para el día antes del patrón se realizó un desfile de capitanes y oficiales militares y para el día siguiente al del patrón se instaló un castillo artificial, llamado Aduar del Puche, el cual los moros tomaban por la mañana y por la tarde era reconquistado por los cristianos.

Han sido muchas las reorganizaciones que ha tenido la fiesta a lo largo de los años: en una de ellas se introdujo una carroza llamada Cucafea. En otra nueva reorganización de la fiesta fue el pueblo el protagonista tomando parte en la festividad agrupándose en grupos sociales. De esta manera es como aparece “La Filá”

Estas “Filaes” tampoco han estado exentas de cambios a lo largo de sus años. Algunas han desaparecido: Tunecinos, Bacora de la Foya, Somatenes, Capellanes… por nombrar algunas. Incluso algunas han cambiado su nombre: los Judíos originariamente se denominaban Sultanes. Los trajes de las “Filaes” también han sido presa de las reformas con el paso del tiempo: el traje de mayor transformación ha sido el de las Tomasinas. Hasta en la misma Asociación de San Jorge se han producido cambios, tanto estructurales como normativos para adaptarse a los nuevos tiempos.”

Pero no sabe que hoy día ha sido cuando la fiesta ha tenido su mayor reestructuración con las elecciones en la Asociación de San Jorge. De tres días de fiestas definidos uno para cada acto, se han pasado a tres meses y todo revuelto como un buen plato de “olleta” El Mirón sentado en su silla se encuentra que un día es la entrada con el desfile de una candidatura a la presidencia de la Asociación. Al día siguiente San Jorge: “voy a coger un buen sitio para ver la procesión” –se dice el Mirón. Pues no. Resulta que ese día toca “El Contrabando” ya que se pide la anulación de las elecciones a la directiva del Casal. “Bueno, ahora tocan “els trons” –dice el Mirón exaltado. Pero en vez de los truenos otra vez la entrada: un nuevo pretendiente a la directiva de la Asociación que desfila. El Mirón sigue sentado en su silla sin saber como ponerse porque su trasero está más cuadrado que el cuerpo de Bob Esponja. Entonces, en se preciso momento lo sobresaltan disparos de arcabucería. Alguna que otra asamblea de la Asociación ha sido como estar en la Plaza de España el día de los truenos. El Mirón quiere levantarse de la silla porque ya no sabe si su trasero es el cuerpo de Bob de Esponja, Patricio o Calamardo. Pero aún queda que pase el Alférez. Pues bien “per fi baixa” Existe una candidatura a la presidencia oficialmente. El Mirón exhausto proclama– “Ahora a ver la aparición” Su rostro es un poema a llegar a la plaza y no ver el Castillo. Este año quien protagonice la aparición será el verdadero San Jorge que vuelve para liberar la ciudad: Galopando desde el Barranc del Cint llegará hasta el Casal para poner orden y cordura en el galimatías de su hogar. Más tarde se dirigirá al Consistorio, entrará en el pleno y lanzando flechas a la izquierda, a la derecha, al centro, incluso a los que no estén adscritos, acabara con aquellos que emplean la fiesta como arma arrojadiza para subir al poder o mantenerse en él.

El Mirón mira el programa de fiestas y ve una fotografía del castillo y un niño a lomos de un caballo lanzando flechas entre un mágico resplandor de colores. Harto de tantos cambios sin previo aviso en el programa, arruga el tríptico arrojándolo al suelo. Un policía local que pasaba por allí sanciona al Mirón por ensuciar la calle. El Mirón mira de hito en hito al guardia. Saca una tablet y en la pantalla se lee: “Fiestas de Moros y Cristianos de Alcoy, Patrimonio de la Humanidad” Abajo dos botones: “Aceptar” “Eliminar”

El Mirón presiona…

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