Jugaron como nunca y perdieron como siempre

A este paso vamos a encontrar lista de espera de equipos con el morro torcido porque no consiguen ganar y que se frotan las manos al otear en el horizonte el enfrentamiento contra los de Palop como antídoto a la difícil situación en la que se encuentran. Más que un equipo de fútbol, el Alcoyano tiene vocación de buen samaritano, empeñado en hacer el bien allá por dónde pasa. De lo contrario no se explica lo que viene haciendo en los dos últimos meses. Equipo con problemas que se encuentra en su camino, equipo que sale redimido y con la bendición de todas las almas que transitan por el purgatorio.

El Alcoyano no gana, ni falta que le hace, porque su desconsuelo es la bendición de la afición rival. Que se lo pregunten sino a los seguidores del Cornellà, un equipo que llevaba seis partidos sin ganar, cuya fiabilidad en casa estaba por los suelos, hasta que el domingo se pasó por allí esa alma caritativa que es el Alcoyano de las últimas semanas para adelantar la Navidad y hacer una buena obra al prójimo.

Bien por los de Palop, que volvieron a jugar como nunca y perdieron como siempre. Un poco de mala leche no le vendría mal a este equipo. Otro pájaro que se escapa muy vivo cuando está tan a tiro.

El Alcoyano empieza a ser como una escopeta de feria que apunta hacia un sitio y la bala sale en la dirección contraria. Once córners, que se dicen pronto, son muchos córners para que no suceda nada en el área rival. Y al rival le basta con muy poco para desmontar de un soplido el castillo de naipes que semanalmente construye Palop y que se viene abajo con una facilidad cuanto menos preocupante.

Los números están ahí, 15 goles en 16 jornadas y seis derrotas en 16 partidos. Yo, por mi parte, que acabe ya este 2015 para olvidar. El domingo llega el Pobla de Mafumet, un equipo metido en problemas y necesitado de puntos. Miedo me da.

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