La Fiesta está viva

Los cronistas han coincidido en reconocer que un año más los actos de la trilogía festera han sido espléndidos. El chaparrón caído a media tarde del segundo día dedicado a San Jorge no desmereció los actos e incluso el descenso de las temperaturas el tercer día casi vino bien para el desarrollo del Alardo aunque estuvo de más el viento frío que sopló. Pero la climatología no pudo desmerecer unos festejos que a pesar de los tiempos de crisis económica que sufre la sociedad española en general y la alcoyana en particular (seguimos censando más de siete mil personas en las listas del paro) parece que no influyen demasiado para que la principal fiesta alcoyana continúe estando viva, muy viva.

Fue una suerte que la tormenta del domingo no se retrasara un día porque habría desmerecido la capitanía de la filà Judíos, espléndida de cabo a rabo. Igual que la cristiana, que hay que ver lo que lucieron los Vascos con una parada espectacular, también las huestes del Alférez cristiano de los Mozárabes y por la tarde, al anochecer, la alferecía de Domingo Miques. Viendo ambos desfiles, con mis posaderas depositadas sobre una dura silla en la calle San Lorenzo y las piernas entumecidas por la postura obligada por el escaso espacio del lugar, pensaba uno que el orgullo de los alcoyanos lleva a miles de mis paisanos a participar en una manifestación lúdica que muchas veces ha estado por encima de nuestra realidad económica. (Hubo tiempos que el añorado Monte de Piedad y Caja de Ahorros de Alcoy concedía préstamos puntuales para los gastos extra que provocaba la Fiesta; nuestros antepasados también inventaron un singular sistema de ahorro llamado montepío, principalmente para poder salir a fiestas).
Pero el suceso festero de este año fueron las dos escuadras de mujeres dianeras de los Marraquesch y Realistas, toda una revolución en el seno de una Fiesta en la que las mujeres tenían prohibido desfilar formando escuadra en acto oficial. A las festeras “marrasquets” las pude admirar a gusto cuando giraron la escuadra ante la iglesia del Patrón. Se llevaron una ovación de gala, igual que poco antes en el momento de arrancar en la Plaza. Por su parte las festeras “dels Realistes” bajaron por San Nicolás con señorío y empaque, y ambas escuadras femeninas no atentaron contra la ortodoxia. No pude evitar pensar, viendo a las mujeres del bando moro llevadas en volandas por los aplausos de los espectadores, que en este país, tan habituados como estamos desde inmemorial a pronunciamientos, caudillismos y dictaduras, la democracia, el gran enemigo de no pocas tradiciones, al fin ha traído aires frescos a la Fiesta alcoyana. Algunas personas defiendan a capa y espada tradiciones –no sólo festeras- que hace años quedaron obsoletas debido al progreso social, cultural y económico de amplias capas de nuestra sociedad. Si los alcoyanos pudiéramos votar, democráticamente, para que se repitan o no las escuadras femeninas en la Fiesta, creo que ganaría el sí. Y no deberíamos obviar nunca la importancia que tienen Festeros, Músicos y Espectadores, tres fuerzas indisolubles. Si falla una, la fiesta no funciona.

Este año fui guía de diez forasteros, que no turistas. Procedían de pueblos falleros cercanos (Gandía) y alguno también festero (Oliva). Estos visitantes comarcales son quienes desde siempre le han dado fama y prestigio a los Moros y Cristianos de Alcoy porque saben valorar una Fiesta que reconocen es la primera, además de la mejor; los turistas de verdad no entienden nada porque carecen de elementos comparativos. Algunos de mis amigos –¿tengo que repetir aquí eso de “amigos y amigas”, como hacen los políticos?– era la primera vez que visitaban Alcoy, cuyas cuestas no les hizo mucha gracia pero con las Entradas quedaron “bocabadats”. También les produjo una gran admiración saber que, salvo los diseños oficiales de cada filà, la mayoría centenarios, que se repiten año tras año, el gasto que suponen los lujosos trajes de los cargos festeros, favoritas, caballeros, escuadras especiales y parte de los boatos, se crean y utilizan sólo para el año de cargo. “Nosotros también gastamos mucho dinero en la falla, pero la quemamos” decían; quizás en este hecho resida la grandeza de su gran fiesta. En resumen, que nuestra Fiesta continúa gozando de buena salud. Congratulémonos.

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