La rebelión de los electrodomésticos

“Me da miedo entrar en la cocina,
me da miedo lo que pueda haber,
la tostadora se ha vuelto asesina,
el lavaplatos no me puede ver”
ALASKA Y LOS PEGAMOIDES

No hacemos demasiado caso, porque nos parece natural que nuestras cocinas dispongan de toda suerte de aparatos que hagan que las tareas sean mucho más amables. La cocina del chup-chup tiene un encanto, además de un sabor, especial; pero la tecnología en la cocina es esencial.

Cada vez que, por ejemplo, utilizo el abridor de latas eléctrico, me acuerdo de un refrán que repite a menudo mi marido: “Per a fer faena, ferraments!”Claro que después de abrir la lata de tomate, hay que limpiar las salpicaduras de todos los recovecos (y hay muchos) con lo que, normalmente, prefiero tener el aparato guardado en la estantería más alta de la alacena y utilizar ese abridor de metal que te deja la yema del pulgar y un lado del dedo índice machacados. Algunos pensarán que hoy en día casi todas las latas tienen el sistema abrefácil, y llevarán razón, pero entre que “casi” no son “todas” y que a algunas se les rompe la anilla…

La tecnología no es sólo un conjunto de artefactos, es aquello que nos facilita la vida casi siempre.Impensable prescindir de algunos, la mayoría; Cocina, nevera, lavadora… Y absolutamente recomendables otros; lavavajillas, olla exprés, horno…

Podríamos dejar en el limbo de los electrodomésticos algunos aparatos e incluso artefactos no eléctricos, cuya permanencia en las casas solo se entiende si hay un “Diógenes” latente. En esa categoría, el podio se lo pondría a la bolsa de agua caliente (argggg) y a ese “hit postfranquista” que fue la yogurtera. En tercer lugar, me debato entre el molinillo de café y la fondue. No me puedo decantar por ninguno, es como preferir a un hijo en lugar de a otro. La fondue, sin embargo, tiene varios “plus” respecto al molinillo. Es un aparato no apto para cualquier cocina, porque él solito ocupa el espacio de toda la vajilla de uso, además como te comas más de una fondue al mes, las aseguradoras no te consideran apto como cliente de seguro de vida.
Luego están las preferencias de cada uno, las manías personales. Por poner un ejemplo, confesaré mi pasión por los cuchillos. Tengo todo tipo de ellos y los utilizo “en condiciones”. El del pan, para pan. El del queso, para queso. Intento que estén perfectamente afilados y antes compartiría mi cepillo de dientes, que mi cuchillo cebollero.
Los cuchillos bien afilados son unos aliados fantásticos, que facilitan sobremanera cualquier trabajo en la cocina. Si los hijos están especialmente puñeteros, se puede acariciar el mango del cuchillo, mientras se mira al infinito como forma de advertencia. Mano de Santo, oiga. Todo el mundo a poner la mesa sin rechistar.

Hablando de cuchillos, acabo de recordar otro invento para el olvido: El cuchillo eléctrico. ¿Hay podios de cuatro premios? Si no, ampliamos el del tercero, pero el cuchillo eléctrico tiene que estar ahí.
Aunque no pensaba hacer publicidad, no puedo pasar por alto a la Thermomix de mis amores. Los Thermomixeros hemos sido acusados de formar una secta. Por mí, como si me llaman friki, me da exactamente igual.

Si tuviera que elegir tres objetos para llevar a una isla desierta (pero con electricidad) uno de ellos sería mi “Tere”. Sí, sí, la he bautizado; es que es de la familia. Hay momentos en que la aprecio por encima de otros miembros de la misma. He llegado a pasar por su lado y gritarle ¡guapa!, como si fuera La Macarena. Sé que esto no es normal, pero es que es mi tesoooooro. No tengo pensado separarme, pero si llegara el momento… ¡me pido la Tere!

Podría decir que todas las recetas que se hacen en la maquinita, están chupadas, pero no quiero ni pensar de dónde viene ésta famosa expresión… Piénsenlo, te ofrecen un trozo de empanada, la pruebas y le dices al cocinero: “¡Riquísima, me tienes que dar la receta, esta empanada está exquisita!” Y te contesta: “Pues está chupada…”
No, mejor no lo piensen.

La cocina se ha comparado en muchas ocasiones con la política. Hay analogías. Aún recuerdo aquella frase que Alfonso Guerra utilizó como ejemplo gráfico de su relación política con Felipe González: “Yo cocino los platos y él se encarga de presentarlos”. Actualmente, en el PSOE o hay más cocineros que comensales o se les han estropeado los electrodomésticos.

Sin electrodomésticos, no hay cocina que funcione. A todos se nos ha estropeado la lavadora, o la plancha, o el termo alguna vez. Te sientes fatal. De momento te descoloca, te desubica e intentas pensar rápido.
¿Qué hago?

¿Cómo lo soluciono?

Hay que comprar otro, claro, pero… ¿funcionará bien? Mmmmmm, no sé yo, ¡ya no me fío!

Sin embargo, enseguida ves que mantener un aparato que hace aguas no tiene ningún sentido. Por más apego que le hayas tenido, por bien que haya funcionado, cuando no va, no va. Se lleva al punto limpio y ¡a otra cosa, mariposa!

Decía Alaska en su canción: “La nevera está leyendo a Marx y me dice que la deje en paz”

Mira… ¡Eso sí que no! Bien está que se compare a los cocineros y su entorno, con los políticos. Pero de marxistas, últimamente, vamos más que servidos.

No quiero ni uno, por lo menos en mi cocina.

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