Nieve

Vale, llegó el frío, superémoslo. Personalmente soy una persona a la que le gusta el frío así que lo voy a disfrutar lo poco que haya antes que llegue la nueva ola de calor de todos los años. Entiendo que haya gente a quien no le guste el frío pero dejemos clara una cosa, esto no es Noruega o Finlandia, tampoco estamos amputándonos dedos por congelación.

Veo como la gente progresa sus conversaciones. Empezaban con un: “a ver cuando nos viene el frío”, continuaron con: “parece que ya viene” y han llegado a: “joder que frío hace”. Ahora la conversación se ha transformado a un futuro incierto: “a ver si nieva”. Año tras año tenemos la ilusión que nieve y que nieve fuerte. Da igual lo que hayan dicho las predicciones del tiempo, da igual que digan que nevará a partir de los 1000 metros. Alcoy está a 600 y para nosotros es motivo suficiente para que nieve. Todos miramos hacia la montaña cada mañana a ver si ha nevado. Y cuando vemos la Fuente Roja con una capita de nieve nos emocionamos y pensamos que esta noche si que nieva en la ciudad.

Existe un morbo en Alcoy por la nieve. Un pequeño morbo por intentar superar la mítica barrera de: “Hasta aquí llegó la nieve”. Todos esperamos con ansias una nevada al estilo filandés que cubra toda la ciudad y nos llegue más arriba de la cintura. ¿Por qué? ¿Por qué esa obsesión con la nieve? Si ni siquiera estamos preparados para ella. Reconozco que una ciudad nevada es muy bonita, y que la nieve tiene unas propiedades especiales. Cuando nieva (de verdad, de esos copos que ves que cuajan en el suelo) se crea un efecto silenciador, los copos absorben las vibraciones del sonido y es una sensación rara. Una vez nevado sales a la calle y no hace frío. Es cierto, la nieve quita el frío. No es para ir en bañador pero no hace tanto frío.

Pero seamos serios, las nevadas no son cómodas. Las carreteras se convierten en pistas de hielo, el transporte se resiente y mucha gente se queda tirada en las carreteras. Repito, esto es España, no estamos preparados ni física ni mentálmente para este tipo de nevadas. Recuerdo de pequeño que nevó una noche y al día siguiente en la radio anunciaron que ese día no había colegio por la nevada. Evidentemente me alegré, un día sin colegio por la nieve, qué maravilla. Hace unos años leía un artículo sobre Noruega en el que decía que los niños en el colegio jugaban en el patio. La única pega que tenían es que no les dejaban salir al patio a jugar cuando bajaban de 10 grados bajo cero porque ya era difícil respirar.

Me imagino allí a los niños correteando por el patio a 6 grados bajo 0 y nosotros aquí con un palmo de nieve llamando al trabajo porque no podemos ir a trabajar porque estamos incomunicados. La nieve es bonita, relajante, pero reconozcamos que no nos interesa tanto.

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