No es lo mismo, es distinto

Llámenme, si ustedes lo desean, tradicional, no importa porque así me considero. Amo las tradiciones y lo que ello implica y por lo que veo y en general a las gentes normales también les gusta rememorar, rescatar y vivir aquello que de niños vivieron y sus padres de niños también lo hicieron. Llámenme si quieren nostálgico, ciertamente lo soy. Siento nostalgia por aquellos pequeños-grandes detalles que aun siento en mi piel cuando recuerdo por ejemplo todos los 5 de enero y después de comer a mi madre cargada con una gran bandeja llena de mendrugos y un vaso de leche y que toda la larga prole la seguíamos directos al balcón.

Por supuesto que ya saben de que estoy hablando. Una vez depositada la bandeja en el suelo y a viva voz todos recitábamos el “Tiruri, tiruri: Senyor Rei ja estic ací. Porte palla i garrofes “pal” seu rossí i els coses bones, pa miiiiiiiiiiiiiiiiiiii”. Llámenme sentimental porque lo soy y me gusta serlo y me encanta ver a la mucha gente que lo es, por eso mismo me niego a considerar que esas “representaciones” sean cosas de niños y para niños. Siempre decimos eso de “la mirada atónita” que los mas infantes ponen frente a SS.MM. los Reyes Magos de Oriente en su majestuosa y a la vez simple y llana cabalgata. Miren ustedes por una vez la cara y las facciones de los padres que sostienen a sus pequeños. Mírense ustedes mismos. Una tradición centenaria es algo mas que una repetición de hechos, unas tradiciones como las nuestras son dignas de estudio profundo, es resultado del empeño de toda una ciudad y de sus gentes, es fruto y consecuencia del saber hacer, cuidar y guardar.

Llámenme cándido si lo desean pero ahí está el ejemplo de esa amalgama de actos y elementos que conforman nuestra tradición, les pastoretes, les burretes, el bando, el campamento real en la montaña, los pajes que escudriñan por las ventana y tejados, la adoración, la Cabalgata y no olvidemos las zambombas, matracas, panderetas, los grupos de personas cada vez mas numerosos pidiendo el aguinaldo por la calle con sus villancicos, nuestro belén de Tirisiti. Nos gusta la marcha, nos va el ambiente navideño y vamos rescatando villancicos de nuestras abuelas así como las recetas de los polvorones.

Llámenme todo eso e incluso raro por no saber captar esas nuevas tendencias, esos nuevos aires que soplan. Y si soy algo raro también se debe al entorno que me rodea, por aquí solemos invocar a los Reyes Magos sin pensar que podemos incurrir en culpa de discriminación de género. Hasta Alejandro Sanz lo decía:”no es lo mismo, es distinto”. ¿Reinas Magas?, me da un pálpito carnavalesco, por majas que sean y discretas donde las haya. Y ustedes están pensando en ciertas vestimentas de ciertos personajes, pero yo no he dicho nada, son ustedes los que piensan que son muy vistosas y alegres y yo añado que divertidas y originales pero propias de otros acontecimientos. Los hay diversos y variopintos, los hay para todos los gustos, Carnavales, desfiles del orgullo gay, entierros de la sardina, Halloween, y el aun no celebrado “día de la Marmota”,que todo se andará. Y ni se les ocurra mentar que esos aires innovadores vienen motivados por oscuras intenciones porque quién en su sano juicio atacaría esa profunda raigambre. No hombre no. Eso ni pensarlo, aunque dentro de mis muy muy adentros y siendo como soy un poco avieso llegué a elucubrar y concebir esa extraña percepción. ¡Qué retorcido!, ¿verdad?.

De momento no he sabido captar ese aire y me viene bien porque quienes me conocen saben que soy propenso a constiparme y eso de los aires… En fin, llámenme ustedes como quieran pero convendrán conmigo que el ser humano es proclive a rememorar por naturaleza y gustamos de reunir a los viejos compañeros de colegio, agrupar a todos aquel que comparte nuestro apellido y toda esa serie de acciones similares.

Somos del género animal y establecemos rutinas de vida y comportamiento, rutinas muy peculiares pero al fin y a la postre rutinas, como las aves migratorias que cada cierto período regresan a sus humedales, como el turrón que lo hace por navidad y nosotros desde el siglo XXI queremos seguir regresando a nuestros orígenes que nos retornan al siglo XIX para posteriormente seguir viviendo en nuestra avanzada era.

Llámenme reincidente pero “no es lo mismo, es distinto”.

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