Oh capitán, mi capitán

Esta semana, aprovechando la siempre excelente programación de televisión, me puse una película adquirida, por supuesto, de forma legal en internet. La mala fortuna hizo que la película acabara relativamente pronto con lo que antes de irme a dormir decidí aventurarme por los canales de televisión. De repente, en la noche, ante mis ojos apareció el concurso de selección de la reina del carnaval de Tenerife. No hace falta decir que me quedé observando dicho canal.
Muchas dudas llegaron a mi mente, aunque todas ellas se pueden resumir en una: ¿Por qué? ¿Por qué se visten así? Los trajes no son prácticos, algunos llevan incorporados “ruedines” como las bicicletas para poder moverlos. Pesan una barbaridad y los sombreros son tan incómodos como poco aerodinámicos.

¿Por qué sonríen? Nadie en la historia de la humanidad ha cargado voluntariamente con más de 80 kilos sonriendo. Esto es ley, Si llevas peso, no puedes moverte con soltura y estás deseando a cada segundo acabar para poder quitarte toda la parafarnalia. No puedes sonreir.

¿Por qué alguien decidiría presentarse a algo así? Las sesiones de maquillaje y el ritual de disfrazarse les llevará horas y horas y ¿para qué? Para desfilar en una plataforma delante de un jurado que decidirá si eres apta o no para ser la reina del carnaval de Tenerife. ¿Y luego qué?

¿De qué sirve ser reina del carnaval? Para que te pongan en una carroza más grande en el centro y ya está. Y sobre todo: ¿Por qué lo están retransmitiendo por la televisión a nivel nacional? No creo que a alguien de Vitoria le interese lo más mínimo la elección de la reina de carnaval de Tenerife, y no me imagino a nadie de Villarobledos gritando:

– “¡Maria corre que ya empieza el programa!”.

Aún así alguien ha pensado que es lo bastante interesante como para retransmitirlo a nivel nacional. No como nuestras fiestas que solo sirven para sacarlas un ratito en las noticias para rellenar parrilla.
Todo eso me hizo reflexionar y plantearme una cosa: ¿Por qué no hacemos lo mismo aquí? Que se elija al capitán de la comparsa con un concurso. Pensadlo detenidamente. El día antes se presentan los candidatos en el Ágora (para aprovecharlo un poco) ataviados con sus disfraces espectaculares. Alguno puede llevar “ruedines” también para arrastrar la capa. Por supuesto los disfraces han de ser espectaculares y pesar más de 80 kilos, y los sombreros también han de ser ostentosos.

Entonces, un jurado, que evidentemente no puede ser popular porque las fiestas serán lo que serán, pero de populares nada, decidirá tras rigurosas pruebas (cada candidato mientras desfila tendrá que bailar o demostrar su dominio de la espada o algo así) quien será el agraciado que al día siguiente represente a su comparsa. El elegido lloraría de la emoción mientras todo el pueblo de Alcoy le aplaude. Sus familiares le entregarían un ramo de flores y el presidente de la Asociación de San Jorge le pondría una banda que pondría “capitán 2015”. Luego al día siguiente, durante el desfile, iría en la carroza más bonita saludando con emoción como buen capitán.

No es descabellado, piensen que sería alargar un día más de fiesta y de eso en Alcoy sabemos y mucho. Además igual así saldría por la televisión y no solo en las noticias.

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