Por no hacer el ridículo

Señoras y señores, homes i dones, niños y niñas, veïns i veines, personos y personas. Se acabó el 9 d’Octubre y pasó la fiesta de la Hispanidad que a los valencianos –y a las valencianas también– nos viene de perlas para encajar un puente que ni el de Cádiz, ese conocido popularmente por el puente de la Pepa y que tiene unas dimensiones espectaculares: 5 kilómetros de longitud y 69 metros de galibo. Como espectaculares han sido los fastos del Dia de la Comunitat. Aquí, y en todo pueblo que se precie, se han celebrado actos. Actos populares, con chirimitas y cuatribarradas, ferias, danzas, paellas y esas cosas que tanto se estilan. Aunque lo que se estila verdaderamente es darse el piro. Y si puede ser lejos, mejor. Si no, una escapadita vale. El día de tots els valencians, los accesos a Murcia se colapsaron por la llegada masiva desde estas tierras. Y allí no se iba a dar lectura al manifest. En la capital de la comunidad vecina lo que se podía es comprar y lo de ir a Ikea el día del 9 d’Octubre se debería incorporar al programa oficial de actos del Dia de la Comunitat. No hay quien se resista.

A lo que me no me resisto, lo admito, es a mostrar mi incredulidad. Esta pasada semana la concejalía de Territorio y Ciudad Inteligente ha informado de la contratación de sendos estudios geotécnicos de la partida de Pagos y de Sant Benet y así determinar la idoneidad del terreno para la creación de suelo industrial. Han tardado. Y yo que habría asegurado que esos estudios llevaban años hechos. Ignorante que es uno, qué se le va a hacer.

Hacer, se podrían hacer muchas cosas. Sí. Una es obligar, a quien sea, a que consolide o derribe de una vez las naves cuyo estado de ruina han obligado a cortar, desde hace ya ¡seis meses! un carril de la Beniata. Parece que es cosa de la Generalitat. Pues nada, ahora que tenemos hilo directo con el Palau, que tomen nota y lo arreglen. ¡Ah! por cierto, tomen nota: mañana, a las 19,30 horas en la Agencia de lectura de la Uixola hay asamblea para aportar propuestas a los presupuestos participativos. Basta con que se lo anoten los habituales, es decir los que el otro día no fueron a la celebrada en el Centro y que obligó a su suspensión. Es por no hacer, de nuevo, el ridículo.

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