Soy culpable

Toda persona es inocente hasta que se demuestre lo contrario. Este es un principio de justicia que me explicaron desde pequeño. Curiosamente contrasta con los pensamientos de la Iglesia Católica que aseguran que eres culpable de nacimiento y por ello hay que bautizarte por no se qué tonterías de un pecado capital y blablabla (Recordatorio mental: Jona, tienes que escribir sobre la iglesia católica, apostólica y romana)

El caso es que a pesar de vivir en una sociedad cuyas leyes me dan el beneficio de la inocencia yo soy culpable. Quizás no sea culpable de actuación pero si lo soy en mi mente.

Cada vez que entro en un supermercado y salgo sin comprar nada me siento culpable. Siento los ojos de la gente en mi espalda acusándome “igual lleva algo en los bolsillos”. Por cierto que me parece muy indignante que en el Supercor del centro comercial NO HAYA SALIDA SIN COMPRA. Cuando salgo sin comprar nada siento como que he de demostrar que no estoy robando nada, que no tengo nada oculto. A veces entro en el supermercado con una bolsa donde llevo cualquier artículo que no tiene relación alguna con el establecimiento donde estoy Y AÚN ASÍ siento la necesidad de mostrarle la bolsa a la cajera y explicarle que su contenido nada tiene que ver con ellos y que por supuesto TAMPOCO son artículos robados en otro lugar.

Hace unas semanas estaba en Madrid, en un pueblo, compré una revista en un kiosko y pregunté por otra. Me dijeron que no les quedaba, que preguntara en la gasolinera de las afueras del pueblo. Cuando entré el dependiente estaba cobrando a otra persona y fuí directo a la sección de prensa y cogí la revista que quería. Entonces me di cuenta que llevaba en la mano la revista comprada en el kiosko anteriormente e hice movimientos raros y titubeando le dije al chico que la revista ya la había traido de fuera, PORQUE SOY CULPABLE.

Cuando estoy en cualquier tienda viendo los productos intento mantenerme alejado de las estanterías para que nadie piense que estoy intentando robar. Y si es invierno y llevo chaqueta procuro tenerla abierta todo el rato para que quede bien claro que no me he metido nada en ella.

Hace un par de años quedé con unos amigos en una heladería para “tomarnos algo” (me gusta esa expresión). Al cabo de un par de horas de charlas, chistes, cotilléos varios y arreglar el mundo mi vegiga empezó a reclamar con urgencia mi presencia en el urinario. Me levanté y dije un escueto: Voy a mear (esto se hace mucho en Alcoy, decimos que vamos a mear como si nada. Cuando sales fuera y lo dices la gente te mira con cara de no importarle). Cuando llegué al aseo me encontré algo inesperado. Un niño de unos 3 años estaba dentro intentando quitarse el pantalón para mear pero tenía un nudo demasiado apretado y no podía. Así que el niño me miró y me dijo: -¿Señor me puede ayudar con el pantalón? No puedo solo-. La cosa era fácil, simplemente tenía que deshacer el nudo y el niño mearía feliz pero YO ERA CULPABLE. En ese momento solo pensaba en lo sospechoso de un adulto en un aseo ayudando a un niño a bajarse los pantalones. Dentro de mi mente solo pensaba en la ley de Murphy y estaba completamente seguro que en cuanto pusiera las manos en el nudo del pantalón del niño las puertas del aseo se abrirían e irrumpiría el padre del niño (que por supuesto mediría 2 metros de alto por 2 metros de ancho) y al verme empezaría a gritar: -¿Quién eres y por qué le estás haciendo un Adrian Espí a mi hijo?- Y acto seguido me pegaría una paliza. Abrí la puerta para que TODO el mundo pudiera ver que solamente iba a ayudar al niño con el nudo, para que nadie pensara nada malo. En ese momento apareció la madre del retoño y le expliqué la situación. Ella con una sonrisilla le restó importancia.

El caso es que da igual que hagas algo o no. Este mundo en el que se presupone que eres inocente hasta que se demuestre lo contrario funciona al revés, te cataloga como culpable hasta que demuestres lo contrario.

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