Una farsa llamada presupuestos

La restau-ración del puente de Sant Jordi correrá a cargo de todos los alcoyanos. Casi diecinueve años después que la antigua consellería de Obras Públicas, Urbanismo y Transportes, la fenecida COPUT entonces liderada por Luis Fernando Cartagena, aprobase en los Presupuestos para el ejercicio 1996 presentados el día 14 de noviembre de 1995 la restauración integral del puente por un importe de 586 millones de las antiguas pesetas, el arreglo del icono alcoyano, una de las obras más importantes que se llevaron a cabo en este pueblo a lo largo de todo el pasado siglo XX, correrá a cargo del bolsillo de nuestros contribuyentes, según acaba de manifestar el gobierno que preside Antonio Francés. Los alcoyanos podemos decir que ninguno de los muchos gobiernos que hubo en España en los últimos noventa años, y los autonómicos desde 1978, han subvencionado ni una sola peseta, primero para la construcción de esta importantísima infraestructura de la ciudad y últimamente para su restauración.

El puente de Sant Jordi se construyó gracias a un préstamo de seis millones de pesetas firmado entre el Banco de Crédito de España y el Ayuntamiento de Alcoy, según acuerdo tomado por el consistorio alcoyano el día 12 de marzo de 1926, Pleno presidido por el entonces alcalde de nuestra ciudad Miguel Payá Pérez, Marqués de San Jorge de Alcoy (título pontificio). Con este dinero el ayuntamiento también construyó el pontón de San Jaime, el alcantarillado del Ensanche y el cierre del Hospital de Oliver, además de otras obras menores. Los alcoyanos liquidamos esta deuda alrededor de 1980.

El fabuloso paso elevado de cemento armado sobre el río Riquer puesto en servicio el año 1928 propició el crecimiento urbanístico de la ciudad y ha estado sirviendo a los alcoyanos durante casi tres cuartos de siglo hasta que el paso del tiempo le creó unos desconchados en sus barandillas y otras partes de la vital infraestructura que hace más de veinte años exigen un remiendo.

El proyecto de restauración fue impulsado por el alcalde Pepe Sanus en el año 1994 gobernando el socialista Joan Lerma en Valencia. Los casi seiscientos millones de pesetas que costaba el proyecto los asumió el gobierno del Partido Popular presidido por Eduardo Zaplana en octubre de 1995, ya con mayoría absoluta gracias al llamado “pacto del pollo” con el líder de UV Vicente González Lizondo y se incluyó en los primeros presupuestos del gobierno conservador. El importe de las obras lo repartió Cartagena en tres anualidades. De este gasto, aprobado en los Presupuestos de aquél gobierno de la Generalitat valenciana, nunca más se supo. Años más tarde, todavía nadando “de pancheta” el PP gracias a las repetidas mayorías absolutas que le dieron los valencianos, entre ellos muchos votantes alcoyanos, en los Presupuestos del gobierno autonómico del año 2005, ahora ya bajo la presidencia de Francisco Camps, desapareció la restauración del puente mientras que desde nuestro Ayuntamiento, gobernado por el PP desde julio del 2000, ante las denuncias del grupo socialista en el consistorio por este hecho el entonces concejal de Obras y Servicios, Rafa Miró, manifestó que esta restauración “…ya no se considera como urgente y el Ayuntamiento tiene ahora otras prioridades en materia de infraestructuras, como puede ser el bulevar…” (CIUDAD, 1/5/2005). Era alcalde Jordi Sedano. También señaló Miró que el proyecto no estaba descartado para siempre pero que había de ser la consellería quien debía ponerlo en marcha.

Como la consellería no creyó ni ha creído nunca conveniente ponerlo en marcha en los pasados diecinueve años (la consellería está en manos del PP desde el año 1995, y desde entonces este partido gobierna con mayoría absoluta), pues ahora nuestro ayuntamiento se obliga a restaurar el puente de Sant Jordi a costa de los contribuyentes alcoyanos.

Es evidente que los Presupuestos que aprueban los gobiernos, sean centrales o autonómicos, también municipales, después se cambian según los intereses o conveniencias del partido que gobierna y si éste tiene mayoría absoluta podría recuperar por decreto-ley hasta el derecho de pernada…

Conclusión: aunque los partidos de la oposición los rechacen siempre, en no pocas ocasiones los Presupuestos son una farsa; en lenguaje popular, la bufa la gamba.

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